Desde muy pequeño había deseado visitar con más tiempo la secta YunMeng Jiang, y te preguntarás: ¿Por qué?Bueno, nunca supo con exactitud el origen de su madre. ¡Ella nunca lo mencionaba! Cuando le preguntaba, simplemente evadía el tema y les daba a él y a su hermano unas exquisitas semillas.
Semillas de loto.
— Madre, ¿de dónde vienen las semillas de loto?
Recuerda perfectamente cómo su madre acariciaba su cabeza y, sonriente, le decía:
— Mi querido A-Huan, tu padre me las trae desde YunMeng. En el clan Jiang existe un enorme lago repleto de lotos.
Él escuchaba atentamente mientras su madre hablaba con total admiración sobre lo que ocurría en aquella secta y por un momento creyó que el origen de su madre era YunMeng. Al final, ya no le importaba saber de dónde venía, solo se concentraba en escucharla y apreciarla mientras comía las semillas de loto.
— ¡No son tan dulces! Y suaves... ¡Me gustan!
Las risas de su madre eran melodiosas.
— A mí también, A-Huan. Pero baja la voz, cariño. Recuerda que no está permitido gritar aquí.
Lamentablemente, después de la muerte de su madre, jamás volvió a probarlas.
¡Pero no era porque no pudiera! De hecho, curiosamente su cuñado resultó siendo alguien de la secta YunMeng Jiang. Algunas veces llevaba consigo ramas de lotos y cuando lo hacía se la pasaba ofreciéndolas a medio mundo, siempre con una sonrisa y con mucho orgullo, diciendo lo grandiosas que eran.
Una gran verdad.
Sin embargo, él no las probaría, y no era porque ya no le gustaran. Simplemente, entre sus metas estaba el poder disfrutar de las exquisitas semillas junto a su persona amada.
¡Y estaba decidido a encontrarla! Su corazón se aceleraba cada vez que veía de más cerca el lago de lotos e imaginaba la posibilidad de que su amado también resultara ser de YunMeng, donde las semillas de loto habitaban.
— Hermano, ¿pasa algo?
Lan Wangji se había percatado de la mirada distraída de Lan Xichen, quien estaba parado justo en medio del barco observando con detenimiento como se acercaban más al puerto del clan Jiang.
— No. — respondió emocionado. — ¿Por qué lo dices Wangji? — noto la mirada que compartió su hermano y cuñado.
Lan Wangji seguía dudando de la reacción de su hermano y estaba dispuesto a hacer más preguntas para asegurarse de que todo estuviera bien, pero su esposo lo atrajo hacia su lado y lo hizo sentarse de nuevo, pelando algunas semillas para él. Inmediatamente, Lan Wangji recordó cómo su hermano disfrutaba de las semillas que su madre les daba cuando eran pequeños y tomó algunas que Wei Ying había pelado para él, solo para dárselas a su hermano.
No esperaba ser detenido abruptamente por su esposo mientras éste gritaba con fuerza:
— ¡No!
Todos en el barco voltearon a mirarlo, algo sorprendidos. Su acto en cierto punto se había visto grosero.
— Wei Ying.
— Lan Zhan, no puedes hacer eso, ¡Jamás en tu vida vuelvas a hacer eso!
Wei Wuxian no parecía molesto ni serio, solo un poco aturdido. Cuando se dio cuenta del escándalo que había causado, se disculpó rápidamente.
— Wei Ying. — Lan Wangji frunció el ceño. — Eran para mi hermano.
— Pero fui yo quien peló esas semillas, está totalmente prohibido que se las entregues a alguien más.
ESTÁS LEYENDO
Amor entre Lotos © Xicheng
RastgeleLan Xichen tenía muy claro una cosa: ¡Amaba los lotos! Por otro lado, Jiang Cheng era como un loto, agrio pero a la vez dulce. ¡Y también lo amaba! Así que acompañemos a esta pareja en una aventura para descubrir su amor, porque entre lotos el amor...