Capítulo 14

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Corrió escaleras arriba arrastrando a Bill tras él, estaba realmente impaciente. Llegó a la habitación del chico y abrió con brusquedad la puerta, cerrándola tras ellos con una patada.

—Vete desnudando—ordenó yendo directo al grano.

Bill se quedó sin saber qué hacer, Jörg se estaba quitando la ropa delante de él sin apartar los ojos de su cuerpo, recorriéndoselo de arriba abajo mientras se pasaba la lengua por los labios.

— ¿Estás sordo o qué? —gritó Jörg al ver que no se movía— ¿O es que quieres que me queje a Max de tu actitud? Seguro que me recompensaría con una noche más contigo y no sería tan especial para ti como lo será para mí...

Esa amenaza le hizo ponerse en movimiento. Suspiró y se despojó de la ropa que Tobías había elegido para él. Jörg sonrió satisfecho al ver al fin su cuerpo desnudo ante él. Volvió a cogerle de la muñeca y le arrastró hasta la cama, donde le tiró haciéndole caer de espaldas.

Sobre la mesilla había un cuenco con fresas y dos botellas de champán ya abiertas enfriándose en una cubitera. Cogió el champán y tras echar un trago directamente de la botella se la ofreció a Bill, quien pensó en negarse pero recordando que mejor estar borracho que consciente del todo, y que con un simple sorbo el champán pronto se le subiría a la cabeza, no le quedó más remedio que coger la botella y beber de ella.

—Seguro que te lo ha dicho más gente, pero eres muy guapo, y me pones mucho—dijo Jörg llevándose una mano a la entrepierna— ¿Lo ves? Pronto estará dentro de ti y te haré correr de placer.

Bill se atragantó al escucharlo, sus ojos no podían apartarse de esa gran erección que pronto notaría desgarrándole las entrañas.

—En otra ocasión iría más lentamente, pero llevo días sin acudir al club y no puedo aguantar más—explicó Jörg—Mi mujer ha caído enferma y he tenido que cuidar de ella, pero por suerte ya está algo mejor y al fin puedo volver a mis vicios sin tener que preocuparme de ella ni del bastardo de su hijo.

Bill no podía entender esa manera tan cruel de hablar de su familia, aunque no lo veía tan raro viendo la actitud de Jörg, le daba mucha pena como sería vivir con un hombre así, tenerlo de marido o padre.

—No perdamos más el tiempo—dijo Jörg arrebatándole la botella de las manos.

La dejó a un lado y agarrándolo de los tobillos le hizo acomodarse mejor en la cama y cogiendo de nuevo la botella la vació sobre el cuerpo del chico, que se estremeció al sentir la frialdad del líquido. Jörg rió al verlo estremecerse e inclinándose sobre él empezó a lamer cada centímetro de su desnuda piel.

Bill cerró los ojos y se dejó hacer, no estaba tan borracho como esperaba y sentía que el estómago se le revolvía con cada caricia de esa lengua lasciva. Podía sentirla sobre su pecho, bajar por el hacia su estómago y luego más abajo, parándose en sus muslos y luego subiendo de nuevo hasta centrarse en su miembro, que regó de nuevo con champán antes de introducírselo en la boca entero.

Jörg estaba complacido, el muchacho se estaba portando muy bien bajo sus caricias y respondía a ellas tal y como él quería. Sabía que le repugnaba su contacto, pero aún así se dejaba hacer y de cuando en cuando escuchaba un gemido que se escapaba de sus labios.

Y aunque nunca solía hacerlo porque le encantaba sentir cierta resistencia en los chicos con los que se acostaba, llevó una mano tras Bill y empezó a prepararlo con los dedos mientras que no paraba de succionar ese miembro que pronto se puso duro en su boca.

Sonrió contra él y avanzando más con los dedos buscó hasta dar con el punto exacto que hizo estallar al chico en su boca.

Alzó la cabeza satisfecho, más al ver como Bill respiraba con dificultad y trataba de recuperar el aliento robado tras el orgasmo.

Sin miedo a nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora