Capítulo 3

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Media hora después, estaban sentados tomando un café y hablando como dos viejos amigos que hacía mucho tiempo que no se veían.

— ¿Desde cuándo te dedicas a cantar? —preguntó Tom muy interesado.

—Desde que tengo uso de razón, se puede decir—explicó Bill—Con 7 años ya componía pero nunca canté en público hasta pasados unos años.

— ¿Y eso? —preguntó Tom alzando una ceja.

El cantante se encogió de hombros. ¿Cómo decirle que en esa época no tenía fuerzas ni para cantar? ¿Qué le costaba hasta el respirar?

Sintió que se había puesto triste, vio como los ojos se le llenaron de lágrimas y un gesto de dolor le recorría la cara.

—Perdona, he tocado un tema delicado—se disculpó Tom realmente incómodo.

—No pasa nada, no podías saberlo—dijo Bill quitándole importancia— ¿Y tú? ¿Desde cuando....?

Dejó la frase sin atreverse a terminarla, con miedo de haber podido ofender a su nuevo amigo, pero le vio sonreír ampliamente.

— ¿Trabajo en la calle?—terminó Tom la frase por él—Desde que murió mi padrastro. Mi madre trabaja cosiendo para una tienda, pero su sueldo no es suficiente para mantenernos a mí y a mi hermano.

— ¿Tienes un hermano? —preguntó Bill muy interesado.

—Hermanastro, en realidad—aclaró Tom cambiando el tono de voz—Andreas, tiene mi misma edad y nos llevamos como el perro y el gato. Es un holgazán que solo se preocupa de si mismo, así que decidí llevar otro sueldo a casa para casos de emergencia.

— ¿Emergencia? —repitió Bill alzando una ceja.

—Mi madre ya no ve tan bien como antes y sufre de jaquecas. Las facturas del médico se nos acumulan y tengo que ayudar en lo que pueda, ya que mi hermano pasa más tiempo delante del espejo que trabajando—explicó Tom con un gruñido.

— ¿Sabe tu madre de donde sacas el dinero? —preguntó Bill, aunque sabía cuál sería la respuesta.

—No, le mataría saberlo. No es un buen trabajo, pero consigo más pasta en una semana que mi madre cosiendo un mes entero—dijo Tom con pesar—Y luego están las deudas....

— ¿Deudas? —murmuró Bill.

—Mi padrastro tenía unos vicios muy raros....y caros—explicó Tom sin querer entrar en detalles.

—Te comprendo, mi madre nos abandonó a mi padre y a mí cuando yo tenía 5 años y mi padre murió al cumplir yo los 10—explicó Bill suspirando—Fui pasando de orfanato a orfanato hasta que me adoptaron, lo peor que me podía haber pasado...

— ¿Si?—preguntó Tom extrañado.

—Cuando cumplí los 16 me hicieron pagar lo que según ellos les debía por haberme dado de comer durante ese tiempo que pasé con ellos, y fue un precio muy alto...

Le sintió ponerse triste de nuevo, la voz le delató al comenzarle a temblar. Decidió dar por terminada la velada y se levantó sin decir nada, recogiendo las tazas usadas para dejarlas en el fregadero, disimulando como si no hubiera visto esa lágrima que se le había escapado a su amigo.

Se acercó a la silla en la que estaba sentado y recogió la sudadera que dejó colgada en su respaldo.

—Mejor me voy ya, se ha hecho tarde—dijo Tom con la sudadera de la mano—Si quieres mañana te espero a la salida del club, si necesitas hablar o lo que sea...

Sin miedo a nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora