Capítulo 20

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En la calle Tom se reunió con Gustav, quien gritó aliviado de verlo libre.

—Tío, estás hecho un desastre—murmuró al ver su estado.

—Sobreviviré—susurró Tom.

—Bill, ven al club, tenemos que hablar—dijo Klaus—Tom, tu amigo y tú también sois bienvenidos.

Tom asintió y sintiendo tener que despedirse por unos minutos de Bill entró en el coche de Gustav y arrancaron siguiendo al coche que Saki conducía. Regresaron al Tokio's y una vez allí fueron al despacho del padre de Natalie.

—Bill, creo que lo mejor es que te vayas—dijo Klaus yendo directo al grano—La policía está investigando The Hell y estoy seguro que lo van a cerrar al fin, tengo miedo que Max quiera vengarse de ti. Ojala pudieras quedarte aquí a vivir, pero sería el primer lugar donde te buscarían. Sabes que te protegeré, pero no sería justo que te pasases encerrado el resto de tu vida sin haber hecho nada por merecerlo.

— ¡Vayámonos juntos!—exclamó Tom cogiendo con firmeza la mano de Bill—Donde tú quieras.

—No puedo pedirte que me acompañes, no puedes abandonar a tu madre—se negó Bill.

—Hablaré con ella, le diré que me ha salido un trabajo y tengo que irme a vivir a otra ciudad—dijo Tom sin soltarle de la mano—Y no se quedará sola, hay una vecina que le va a echar una mano con la costura y sé que cuidará de mi madre, y yo buscare un trabajo de verdad y le enviare dinero cada semana.

— ¿Y qué hay de Andreas? —preguntó de repente Bill—Le hemos dejado en el club.

—Me importa una mierda lo que le puedan hacer—siseó Tom.

—No hables así de él, es tu hermanastro y tu madre se preocupará si cree que él también se ha ido. No puedes venir conmigo, no puedo permitir que te separes de tu madre—insistió Bill con firmeza.

—Tom tiene razón, ¿quien mejor para cuidar de ti? —intervino David.

—Y no debes preocuparte por su madre, yo me encargare de ella—dijo Klaus asintiendo con la cabeza—Nunca le faltará de nada y no tendrá que volver a trabajar. Tengo una casita en el campo que estoy seguro que estará muy cómoda en ella, es de mi cuñada y cuidara de tu madre.

— ¿Y que le voy a decir? —preguntó Tom—No quisiera que...que supiera lo que ha pasado, se preocuparía mucho y...si sabe a lo que me he estado dedicando para llevar un sueldo a casa, le voy a hacer mucho daño...

—No te preocupes, nos inventaremos algo—dijo Klaus—Le diré que mi cuñada necesita una persona que le ayude a llevar la casa y seguro que tu madre no sospechará nada.

Tom sonrió sintiendo que se le llenaban los ojos de lágrimas, no quería abandonar a su madre ni tampoco a Bill, pero tal y como había dicho el señor Franz tenían que huir al menos hasta que se calmasen las cosas y Max estuviera en la cárcel.

—Tengo un amigo en Berlín que tiene un club como el mío—explicó Klaus—Se ha quedado sin su cantante y le llamaré para decirle que le mando al mejor. Y estoy seguro que Tom puede aprender el oficio de camarero.

—Trabajaré en lo que sea, fregando el club si es necesario—aseguró Tom—Lo que sea con tal de no separarme de Bill.

—Dejadme hacer una llamada—dijo Klaus cogiendo el teléfono—Mientras, David te curará esa herida y comed algo. Debéis estar hambrientos.

Bill y Tom asintieron y salieron del despacho. Ya era de noche, no sabían cuanto tiempo habían permanecido retenidos en The Hell. Bill guió a Tom y le llevó a su camerino, donde se abrazaron entre lágrimas.

Sin miedo a nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora