Capítulo 15

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Una vez terminado de comer, se levantó de la cama y se vistió. Salió de la habitación y siguió a Tobías escaleras abajo. Fueron por un pasillo por el que no había ido nunca, la verdad era que no conocía nada de la casa en la que vivía, aparte del desván que usó de dormitorio los primeros días, la cocina y la parte de la casa de cuya limpieza se encargaba. El resto era una incógnita para él, como la habitación en la que acababan de entrar.

Era una sala blanca con una camilla en el centro. Había una mesa y un par de sillas y nada más.

—Quítate la camiseta y échate en la camilla—ordenó Tobías.

Bill así lo hizo arrugando la frente al sentir un pinchazo en su parte baja. ¿Habrían llamado a un médico tal vez al ver su estado?

Su respuesta llegó enseguida. La puerta que Tobías había cerrado tras ellos se abrió y entró Max. Pero no venía solo, otra persona que no conocía entró con él y Bill se les quedó mirando con miedo.

—Espero que te encuentres bien—dijo Max, preocupado de que su mejor adquisición tardase más de lo debido en recuperarse—Como ya te habrá explicado Tobías, voy a darte la noche libre para que descanses bien. Pero mañana te quiero ver repuesto del todo, tendrás que atender tus nuevas obligaciones.

— ¿Qué obligaciones? —preguntó Bill en un susurro, viendo como su esperanza de irse de ese maldito sitio se esfumaban.

—No pienses en eso ahora, mañana te lo explicará Tobías—dijo Max tomando asiento—Te presento a Gabriel, haz todo lo que él te pida.

Bill miró al recién llegado con el miedo brillando en sus ojos. Más al ver como cubría sus manos con unos guantes de látex.

—Túmbate boca abajo—ordenó Gabriel con voz seca.

Bill no pudo moverse del sitio, y antes de que pudiera reaccionar se vio boca abajo en la camilla aplastado contra ella.

—Sujétale bien—ordenó Gabriel mirando a Tobías—No quiero que me estropee el trabajo.

Tobías asintió y aplastó más a Bill contra la dura camilla.

—Por favor...otra vez no...—suplicó Bill entre lágrimas.

—No es lo que te piensas, pequeño Bill—dijo Max acercándose para poder acariciarle la cabeza—Quiero que formes parte de mi club oficialmente, solo quiero dejarte mi señal.

"¿Señal?"—pensó Bill encogiéndose en el sitio.

—Tú déjate hacer—dijo Max acariciando su pelo—Te puede dolor un poco, pero pronto pasará.

Saber que iba a sentir algo de dolor le hizo tratar de escapar, pero Tobías hizo más fuerza sobre él y le inmovilizó más contra la camilla.

Mientras, Gabriel se puso en marcha y apartó a un lado su largo pelo. Bill se dejaba hacer entre jadeos, no veía que le estaban haciendo, solo sentía una vez más que le tocaban aunque solo era su nuca. Sintió como le limpiaban la piel con un líquido frío, para luego sentir un pinchazo seguido de mucho calor.

Apretó los dientes tratando de no gemir de dolor, de relajar su cuerpo y rezar para que fuera lo que le estaban haciendo pasase pronto.

—Solo es un tatuaje Bill—explicó Max sin dejar de acariciar su pelo—Quiero que lleves mi marca para que todos sepan que me perteneces, para que sepan donde trabajas y que es lo que más te gusta hacer.

Bill escuchaba con los ojos llenos de lágrimas, si algún día lograba salir de allí no podría irse con la cabeza alta, avergonzado de lo que tenía que hacer para ganarse la libertad. Nadie jamás lo entendería, solo verían en él un esclavo sexual.

Sin miedo a nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora