Capítulo 7

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Fue una noche mágica, era la primera vez que Bill se sentía especial. Tom había sido muy cuidadoso con él, como si supiera que el pasado le había tratado muy mal.

Sin separar sus hambrientos labios se dirigieron al dormitorio donde permitió que Tom le desnudase. Sentía sus manos acariciar su piel con suavidad, despojándole prenda por prenda con toda la lentitud que pudo.

Y una vez desnudo le dejó tumbado sobre la cama, desnudándose él con más rapidez. Bill le observaba mordiéndose el labio para no sonreír, se le veía realmente impaciente.

Se recostó sobre las almohadas cuando Tom tiró al aire la última prenda que le quedaba, separó las piernas por inercia al verle inclinarse sobre la cama y avanzar sobre él.

Le recibió con los brazos abiertos, sintiendo como se le acostaba encima y dejaba que se frotaran sus miembros. Suspiró y separando los labios recibió en ellos un dulce beso al que le siguió otro, y otro....y otro...

Cerró los ojos gimiendo al sentir como Tom le lamía el labio inferior, pidiéndole permiso para entrar. Y se lo concedió, al tiempo que alzando las caderas seguía el ritmo marcado por el miembro opuesto.

Estaban yendo muy rápidos, podía sentir los primeros espasmos de un profundo orgasmo pero como no quería terminar tan pronto...y era ya todo un experto en esperarse, respiró hondo y se quedó quieto hasta que las ganas de derramarse desaparecieron.

— ¿Bill? —susurró Tom al sentirle quieto.

También se paró a la espera de una respuesta, jadeando con esfuerzo. Le vio asentir con la cabeza, estaba bien y le suplicaba que siguiera.

Tom así lo hizo, se acomodó entre sus piernas y estirando una mano recogió los pantalones que previamente había dejado sobre la cama. Rebuscó hasta dar con el bolsillo que buscaba, donde guardaba su cartera. Dentro de ella tenía un par de preservativos, cogió uno y se lo puso con destreza, pensando que pronto llegaría el día en pudiera sentirle contra su piel sin ninguna barrera que les separara.

— ¿Preparado?—preguntó Tom con esfuerzo.

—Hazme el amor—suplicó Bill en un susurro.

Era la primera vez que pronunciaba esas palabras y sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas, jamás había hecho el amor con nadie, solo Tom había sido la única persona capaz de tratarle con tanto cariño que era verlo y desear que le abrazara y besara...

Tom asintió y llevando las manos a las nalgas de Bill, las elevó y con un suave movimiento le penetró. Sintió como el cuerpo de Bill se tensaba para luego relajarse y empezar a moverse al ritmo que él marcaba.

Había ido con cuidado desde que entró por la puerta, pero...pero llevaba empalmado desde que le viera cantar en el club. Era como si no hubiera nadie más, como si Bill solo cantara para él. Su dulce voz le envolvía y Tom no podía pensar en otra cosa que volver a tenerle desnudo entre sus brazos, donde le haría el amor a un ritmo lento.

Pero llegado el momento...no podía reprimirse por más tiempo y sentir que a Bill le pasaba lo mismo, fue la gota que colmó el vaso. Sentía como se aferraba a su cintura con las piernas, como sus manos recorrían su espalda y arañaba...y como su miembro se frotaba duro contra su estómago.

Bajó una mano y cogiéndole entre sus dedos desoyó ese débil gemido que le decía que no importaba, y empezó a masturbarlo hasta que sintió una calidez recorrerle los dedos y bajar por su estómago.

Entonces él también se derramó en su cuerpo, enterrando la cara en su dulce cuello que besó y lamió satisfecho....


Sin miedo a nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora