Capítulo 6

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Ensayó toda la tarde sin perder la sonrisa en ningún momento. Había algo en Tom que le hacía sentirse...especial. Georg lo sabía y por eso no se podía concentrar, fallando con su bajo cada dos por tres.

— ¿Estás nervioso?—preguntó Bill cuando hicieron un descanso.

— ¿Y tú?—preguntó Georg a su vez.

—No—contestó Bill con firmeza.

Sabía perfectamente el porque del nerviosismo de su amigo. No le caía muy bien Tom y se preocupaba por él. Pues que dejara de hacerlo, no se lo había pedido. Ya era libre para tomar sus propias decisiones, hacer lo que le diera la gana y si la cosa salía mal aceptar las consecuencias.

— ¿Agua?

Se volvió y sonrió agradeciendo a Natalie la botella que le ofrecía. Sentía algo resentida la garganta y se acercó a la barra a pedirle a David un analgésico, se lo tomó sabiendo que Natalie estaba a su espalda, y que no apartaba de él la mirada.

— ¿Quieres algo, Natalie? —preguntó David con educación.

"Me quiere a mí"—pensó Bill suspirando.

—Nada, gracias—contestó Natalie.

—Voy a empezar a prepararme, luego nos vemos—dijo Bill quitándose de en medio.

Sonrió tímidamente a David y se dio media vuelta pasando al lado de Natalie, procurando no rozarla lo más mínimo. Huyó hasta su camerino y se encerró en el suspirando. Cogió su neceser de maquillaje y esa tarde se lo aplicó con esmero.

Cubrió sus ojos con una sombra negra y se puso un poco de carmín en los labios, se vistió con una camisa de manga larga negra de seda con volantes en la pechera, se puso unos vaqueros también negros y se calzó unas botas de punta. Esa noche solo cantaría para una sola persona...






A las 8 ya se había llenado el club, había más actuaciones aparte de la suya, y se entretuvo entre bastidores espiando al mago, tratando de ver donde guardaba los conejos que sacaba uno tras otro de su chistera plateada. Pero nada.

Luego llegó el turno al cuenta chistes, con el que rió hasta que se le saltaron las lágrimas. Se las secó con cuidado de no estropearse el maquillaje y asintió cuando Georg le hizo una señal.

Era su turno y no pudo evitar ponerse nervioso. Por más que miraba desde donde estaba no lograba ver a Tom entre el público. Tal vez se retrasaba, o se lo había pensado mejor...

No tuvo tiempo de pensar más, enseguida Natalie le anunció y esbozando su mejor sonrisa salió al escenario saludando con una mano. Se sentó en un taburete al lado de Georg y ajustó el micrófono a su altura. Cerró los ojos cuando su amigo empezó a tocar y separó los labios cuando le llegó el turno de cantar.

Entonces le sintió. Sin abrir los ojos supo que Tom estaba entre el público y que no le quitaba los ojos de encima. Abrió los suyos y le dedicó su mejor sonrisa, sin dejar de cantar como si no hubiera nadie más.





—Bill, esta noche has estado mejor que nunca—le felicitó Natalie una vez en su camerino—Y mira qué de propinas.

Vio el fajo de billetes que tenía en sus manos, la parte que le correspondía por una sola noche de trabajo. Arrugó la frente al ver las notas de papel entre los billetes y tras cogerlas las tiró a la papelera como hacía siempre.

Sin miedo a nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora