capítulo 4

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Los días se deslizaban con la lentitud de la incertidumbre, y Martin se encontraba en un estado de constante nerviosismo desde que envió los formularios para el concurso. Cada llamada al buzón de correo era una esperanza latente de recibir noticias que podrían cambiar su destino.

Una mañana, entre la pila de facturas y publicidad, una carta blanca llamó la atención de Martin. Con manos temblorosas, abrió el sobre con ansiedad, solo para encontrarse con una notificación de que no había sido seleccionado para el concurso en esa ocasión.

La desilusión nubló brevemente su mente, pero la carta ofrecía una tenue esperanza: les informaban que los concursos se organizaban cada dos semanas, y que considerarían su participación en la próxima ronda.

—No entré en esta, pero quizás en la próxima... —susurró Martin, tratando de inyectar un poco de optimismo a la situación.

Martin compartió la noticia con Alex, quien, a pesar de la decepción inicial, mantuvo su apoyo inquebrantable.

—Martín, esto es una oportunidad única. Mantén la fe. Las cosas pueden cambiar en cualquier momento —dijo Alex, tratando de levantar el ánimo de su amigo.

Sin embargo, el reloj de la universidad no se detenía. El tiempo era crucial, y Martin no podía permitirse el lujo de esperar demasiado. Si no pagaba esa semana, enfrentaría la posibilidad de ser expulsado de la universidad.

La angustia lo consumía cada minuto mientras esperaba con ansias otra carta de los organizadores del concurso. Finalmente, al regresar a casa después de un día agotador, vio lo que tanto ansiaba: una carta más del concurso. Su corazón latía con fuerza mientras tomaba la carta y, con un gesto tembloroso, rompió el sello del sobre.

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