CAPÍTULO 4

444 27 0
                                    

Narra Leah

Los siguientes meses fueron de todo menos tranquilos.

Los casos de delincuencia en la ciudad de Nueva York nunca cesaban. Y a todo eso se le sumó el comienzo de la Universidad y el trabajo.

-Ya estoy aquí. Dije ya vestida con mi traje negro de detalles plateados y transformada con mi pelo blanco atado en una coleta alta, mi tono de piel mucho más blanquecino, mis labios prácticamente morados y mis ojos de un color azul eléctrico.

-Un capuchino con cacao y muffins de chocolate para Spider-Man y un capuchino con canela y muffins de red velvet para Frost. Todo recién hecho por la maravillosa Mía. Anuncié entregándole la comida. -He podido pasar por la cafetería un momento antes de venir.

-¿Te he dicho ya que te quiero? Dijo el castaño, aún sin su máscara y sentado al borde de la azotea con una sonrisa de ilusión en su rostro nada más verme con el delicioso desayuno.

-No lo suficiente. Respondí situada detrás suya para seguido agacharme para besar sus labios dulcemente. Al separamos, me moví para sentarme a su lado en aquella azotea.

Estábamos haciendo una de las rondas de vigilancia, tanto nocturnas como diarias, que intentábamos realizar lo más seguido posible.

A la par que caminábamos por lo alto de los tejados, aprovechábamos para hablar sobre cualquier cosa:

-Gwen me preguntó ayer en la cafetería de la Universidad que cuando pensaba ir a su casa. Le conté algo distraída mirando a mis lados. -Al parecer, Helen y sus hermanos me echan de menos... Y también me dijo que les encantaría conocerte...

Peter entrelazó nuestras manos con cariño, balanceándolas a la par de nuestros pasos. -Deberías ir, Leah.

-¿Y en que me convierte eso, Peter? Comenté preocupada. -Le prometimos que mantendríamos a Gwen alejada de todo esto... George se sacrificó por nosotros. No dejo de verle en todas partes, sobretodo en sueños... Y sé que tú también. No puedo actuar como si nada...

Peter frenó nuestros pasos y colocó sus manos en mi rostro. -Yo también me siento mal por lo que pasó, pero debes permanecer a su lado. También quedamos en que les protegeríamos, ¿no? Y no solo es suficiente con vigilares desde la distancia...

Apoyé mi cabeza en su pecho, sintiendo como sus brazos me rodeaban y me causaban esa sensación de calma instantánea al haberse convertido hacía mucho tiempo en mi único lugar seguro.

De pronto, unos gritos y sonidos de varios niños corriendo a un par de manzanas de donde nos encontrábamos nos alertó debido a nuestros sentidos desarrollados.

Ambos nos miramos y asentimos decididos. Peter se puso la mascara y corrimos hacia el lugar.

Un grupo de niños estaban persiguiendo a otro niño mientras se metían con él. Habían conseguido acorralarlo en la esquina de un callejón.

Le quitaron algo que llevaba y empezaron a pisarlo justo cuando saltamos de lo alto de los tejados y caímos delante del niño. Sirviendo de barrera para protegerle del resto.

Los otros chicos huyeron prácticamente al segundo. Nos giramos hacia el chico en cuanto desaparecieron.

-Hola, pequeño ¿Estás bien? Le preguntamos nada más mirarle. Provocando que el niño asintiera tímidamente. No tendría más de siete u ocho años.

Fui a comprobar que no estaba herido a la vez que Peter miraba lo que los otros niños habían roto. Al parecer era un proyecto de la escuela.

-Solo tienes un par de moratones aquí. Señalé con dulzura para no asustarle. -Vas a sentir un poco de frío, pero luego ya no dolerá, ¿de acuerdo? El chico volvió a asentir tímidamente y cerró los ojos cuando mi mano fría se posó sobre sus rodillas, donde se encontraban los moratones.

-Ya está. Has sido muy valiente. Respondí sonriendo y causando que otra sonrisa apareciera en su rostro.

-¿De verdad? Preguntó ilusionado.

-Claro que sí. Eres super valiente. Comentó Peter con el proyecto del chico en la mano. -¿Lo has hecho tú?

-Sí.

-¡Venga ya! ¡Es una turbina eólica! Exclamó el vigilante, alegrando aún más al pequeño de gafas.

-No puede ser... Comenté impresionada. -¿De verdad que lo has hecho tú? ¿Tú solo? El chico volvió a asentir sonriente.

-¡Qué pasada! Dijo Peter. Con un par de sus telarañas arregló la maqueta y se la entregó al niño. -Como nueva.

-¿Te acompañamos al colegio? Le pregunté haciendo que asintiera una vez más de lo más contento.

Peter le dio la mano y el chico me entregó el proyecto para que pudiera darle yo también la mano durante el trayecto.

-¿Cómo te llamas? Quiso saber mi pareja.

-Jorge.

-Jorge, que nombre más bonito... Comenté. -Yo soy Frost y él es Spider-Man.

-Lo sé. Mencionó el niño feliz. -Sois increíbles.

MIRADAS [THE AMAZING SPIDER-MAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora