CAPÍTULO 20

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Narra Leah

Fui de inmediato a advertir a Harry sobre lo sucedido.

-Acaban de echarme de Oscorp. Quieren el control absoluto. Debemos impedirlo. Exclamé nada más entrar al lugar.

-¿Y eso que más da ahora? Me contestó con un tono sombrío, haciendo que prestara atención al estado de la sala.

Todos los muebles estaban tirados, había varios cristales rotos y Harry se encontraba tirado en el suelo bebiendo.

-¿Qué ha ocurrido? Quise saber. Mi pregunta le hizo reír amargamente.

-¿Qué que ha ocurrido? Ja, eso es una buena pregunta, prima. Murmuró levantándose. -¡Ese estúpido hombre araña es lo que ha ocurrido! ¡Se presenta aquí para negarse a darnos su sangre! ¡Cómo si le importara lo más mínimo nuestras vidas! ¡Es un mentiroso, un egoísta y un cobarde!

-Harry... ya te dije que las arañas no eran una posibilidad. No daría resultado...

-¡Eso no lo sabemos! Exclamó tirando una botella más al suelo, sobresaltándome.

-Lo único que hubiera hecho sería provocarnos un mayor sufrimiento. Debemos buscar más alternativas, debe de haberlas. Intenté calmarlo.

-¡¿A caso le defiendes?! Me gritó, haciendo que su voz rebotara en mi cabeza y que retrocediera un par de pasos.

-Solo intento decirte que no merece la pena arriesgarnos por ello...

-¡¿Es qué no lo entiendes?! Eso ya no importa. Nos quedamos sin tiempo, Leah. Conseguiré esa sangre como sea, quizás podamos convencer a su compañera para ello. A la chica helada. Pensó Harry, dando vueltas por la sala.

-No lo hará. Le aseguré. Las punzadas estaban regresando lentamente.

-¿Cómo estás tan segura?

-Por que piensa lo mismo que él: que esto es una locura. Dije con sinceridad.

Harry me tomó del brazo con fuerza. -¿A caso tienes una idea mejor?

Una fuerte ráfaga de viento golpeó la ventana, provocándome un fuerte dolor de cabeza. Esto me hizo reaccionar y apartarme del agarre de Harry con rabia.

Perdí el control y llegué a causarle una quemadura en la piel, creada por el contacto directo con el hielo.

-Tú...

Supe por el asco y el terror que vi en sus ojos, que los míos estarían de un azul eléctrico. Los cerré lo antes posible, pero ya era demasiado tarde.

Huí de aquel lugar sin olvidar aquella mirada llena de odio.



Corrí hasta mi departamento y cerré la puerta detrás de mi. Tomándome un momento para recuperar el aliento.

Llevé mi mano a mi pecho aún con los ojos cerrados. Mi corazón latía descontroladamente, sentía que se me saldría del pecho en cualquier instante.

Al abrirlos, me tope con esos ojos cafés que tanto conocía, pero no supe identificar lo que esa seria y fría mirada quería llegar a expresar.

Peter estaba enfrente mía, en mitad del caos que era ahora mismo el lugar, vestido con su traje, pálido y con sus ojos rojos. En sus manos sostenía en alto mi informe médico.

-¿Cuándo pensabas decírmelo? Quiso saber dejando un rastro de dolor y molestia en su voz.

Por primera vez, me era realmente complicado sostener su mirada.

-Harry te lo ha dicho... Murmuré al percatarme de ello.

-Sí, sí, se lo ha dicho a Spider-Man... Justo después de negarme a darle mi sangre... Ahora me odia... Comentó con una risa llena de amargura. -También fue justo después de enterarme de que mis padres son un fraude, que todo lo que pensaba era mentira, todo.

-Peter, yo...

-¿Desde cuándo lo sabes? Me preguntó cada vez más molesto. -¿Cuánto tiempo has estado arriesgándote aún sabiendo que estabas enferma? ¡¿Cuánto?!

En ese momento estallé. -¡No quise aceptarlo! ¡No quise aceptar que Harry se muere y que no puedo hacer nada! ¡Qué todo ha sido una maldita mentira! ¡Qué nuestros padres no eran quienes creíamos! Exclamé al borde de las lágrimas. -¡No pude aceptarlo porque estoy harta! Harta de hacer daño, harta de perder el control, harta de este estúpido apartamento en el que ni siquiera puedo estar porque él lo compró. Harta de que me utilicen, de que me mientan, de que me manipulen... ¿Qué pretendías que hiciera?

En ese mismo instante, volví a perder el control y unas esferas de escarcha salieron disparadas al suelo, congelando la madera en unas milésimas. Lo más probable era que mi apariencia ya hubiera cambiado.

-Pudiste, pudiste decírmelo...

-No soy la única que oculta cosas. No creas que no he visto aquel mapa en tu pared ¿Cuánto llevas investigando a mis espaldas?

Peter ignoró mis palabras. -¡¿Sabes lo que podría haberte pasado estando así?! ¡Podrías haber muerto, Leah! No, no puedo permitir que sigas así... No puedo hacer esto... no, no soportaría perderte... Debes alejarte de esto, de todo esto...

Tardé unos segundos en hablar de nuevo, estaba paralizada y la presión en mi pecho se sentía diferente esta vez. Era mucho más agobiante y pesada, haciendo que tuviera dificultad al hablar.

-Quizás esta vez tengas, tengas razón esta vez... quizás todo este tiempo la has tenido... quizás sea hora de volver a llevar caminos separados... Mencioné notando el sabor salado de mis lágrimas.

El marrón y el gris permanecían unidos de manera desafiante, pero, ahora, esa conexión, se encontraba totalmente vacía y, prácticamente, apagada, sin vida, sin esperanza.

El chico castaño rompió dicha conexión y se giró con la intención de irse.

Una parte de mí quería detenerle, pedirle que se quedara, pedirle que me perdonara, que lo solucionáramos juntos.

En cambio, decidí dedicarle una última mirada por temor a que rechazara mis palabras.

MIRADAS [THE AMAZING SPIDER-MAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora