T

47 10 1
                                    


Algunas hojas caían de los árboles, haciendo un ligero y casi imperceptible sonido, pero que Karl lograba escuchar con facilidad, pues estaba buscando hasta la más mínima cosa para distraer su mente. Sus manos sudaban y no podía dejar de morder el interior de su mejilla.

Dejando todo eso a un segundo plano, de verdad estaba feliz de por fin tener una cita con Sapnap, después de que ambos acordaran que iban a llevar las cosas con calma. Habían estado las últimas tres semanas conociéndose, y se dieron cuenta de que se llevaban mucho mejor de lo que hubiesen esperado. Seguro que debe ser horrible no congeniar con tu alma gemela. ¿Si quiera es eso posible? No lo sabían, ellos tenían una increíble relación y eso era lo que les importaba.

El teléfono vibró en su bolsillo y lo sacó de manera casi mecánica, su corazón se aceleró al ver que era un mensaje de Sapnap, diciendo que estaba llegando y que lo alcanzaba a ver desde la lejanía. Sus manos comenzaron a sudar de nuevo y estaba considerando de la manera más seria posible el salir corriendo en ese mismo instante, pero antes de poder hacerlo, Sapnap había llegado.

-¡Karl!- Lo saludó con euforia y se sentó a su lado, envolviendo el cuerpo del contrario entre sus brazos. El mencionado sintió su cara arder e instintivamente la escondió en el cuello de Sapnap, sintiendo como su cuerpo se relajaba al instante. Pudo oler el perfume que usaba y sentir unos segundos el calor que irradiaba su cuerpo antes de que se separaran.

-Sap ¿Todo bien?- El pelinegro asintió con la cabeza. Notó como Karl lo observaba de arriba a abajo, con los labios semiabiertos y la respiración calmada, solamente se mordió el labio, ya que estaba seguro que sus majillas estarían rojas.

Karl se había hecho a la idea, habia planeado de mil maneras como iba a ser esa cita y todas acababan de la misma forma, él besando al de bandana por primera vez, pero ahí, teniéndolo frente a él, luciendo tan perfecto, lo ponía nervioso, y complicaba el plan. No estaba seguro de poder hacerlo.

No era una cita que tuviese que destacar por su elegancia, o por su localización, pues habían acordado reunise en un parque, pero aún así estaban entusiasmados por ella. Se miraban fijamente, sus ojos brillaban en lila, logrando que sus sonrisas se ensancharan. Parecía que todo a su alrededor había desaparecido, ahora eran ellos dos, sonriendo y viéndose a los ojos, mientras ese magnetismo que habían sentido la primera vez los hacía acercarse de a poco, hasta que de nuevo, estaban a centímetros de distancia.

-Quiero una manzana caramelizada.- Sapnap se separó apenas escuchó eso, y enarcó una ceja, viendo como Karl se ponía rojo hasta las orejas.

-¿Quieres que te vaya a comprar una?- El castaño asintió con la cabeza, y a penas el de bandana se levantó y se alejó unos pasos soltó todo el aire que había en sus pulmones.

-Soy tontísimo.- Murmuró por lo bajo. Le entró miedo al darse cuenta de la cercanía. Deseaba besar a Sapnap, de verdad que lo hacía, pero esperaba que fuera un poco más especial, cuando sintió el momento más cerca, recurrió a decir lo primero que le pasó por la cabeza.

Poco pasó hasta que Sapnap apareció cargando dos manzas caramelizadas. Le estiró una a Karl y este le agradeció con una sonrisa.

Me llamaron del trabajo, quieren que haga una sesión de fotos a una psicóloga muy importante.- Mencionó Sapnap, con un leve encogimiento de hombros para después darle una mordida a su manzana.

Karl odiaba las manzanas caramelizadas, le daba escalofríosla sensación cuando el caramelo crujía en su boca junto la manzana, además, solía acabarse antes el caramelo que la manzana. Pero Sapnap había ido a comprarle una, y ya no podía echarse para atrás.

-¿En serio? Me alegro demasiado por ti, corazón.- Sapnap asintió con la cabeza, con una leve sonrisita por el apodo usado. -Antes yo quería estudiar psicología infantil.

-¿Por qué no lo hiciste?- El castaño suspiró sonoramente mientras jugaba con el palito de madera que sostenía la manzana.

-No teníamos dinero para la universidad. Tuve que empezar a trabajar en lugar de estudiar y jamás se volvió a presentar la oportunidad.- Sapnap recargó su cabeza en el hombro contrario, lograba escuchar de manera muy leve y a penas perceptible el latido de su corazón. -Pero si todo sale bien, en unos meses voy a empezar a estudiar, llevo guardando dinero por mucho tiempo.

-¿Serás el doctor Karl Jacobs? Suena bastante sensual, si me preguntas.- Karl soltó una fuerte carcajada y tuvo que esconderse tras su mano para que Sapnap no alcanzara a ver su sonrojo. El pelinegro sonrió al ver lo tierno que era el chico a su lado.



Los árboles se movían ligeramente por el viento, y ambos chicos caminaban, tomados de la mano, solamente disfrutando de la leve corriente de aire que les golpeaba en el rostro.

-¡Karl!- Gritó el pelinegro, y el mencionado frenó en seco, levemente asustado por la tranquilidad que fue perturbada de forma tan repentina. -¡Tienes un bicho en el cabello!- Karl soltó la mano de Sapnap y retrocedió.

-¡Quítamelo!- Chilló. Daba leves saltitos y movía las manos son desesperación.

-Tranquilo, amor.- El pelinegro se acercó y a penas sus ojps se conectaron Karl se tranquilizó. Se sintió seguro e inmediatamente olvidó el ''bicho'' que tenía en el cabello. Estaban frente a frente, y fue Sapnap quien se atrevió a dar el primer paso. Terminó de cerrar es espacio que había entre ellos, y jalando del cuello de la sudadera al castaño unió sus labios con los de él. La respiración de Karl se cortó unos segundos, sabía que su corazón estaba latiendo demasiado rápido, pero solamente se dejó llevar. Sus labios se movían en una sincronía perfecta, era un baso suave, que demostraba el nerviosismo de ambos. Se separaron con las mejillas rojas y sus ojos brillaban en lila más que otras veces.

-El bicho...- Murmuró el castaño.

-Creo que voló.- Respondió con una leve sonrisa. -Karl...

-Sap...

-Quiero ser tu novio.- Karl enarcó una ceja.

-¿Me estás preguntando o exigiendo?- El pelinegro frunció el ceño.

-Te estoy exigiendo.- Ambos rieron levemente. Karl se aclaró la garganta.

-Sap... ¿Quieres ser mi novio?- El pelinegro abrazó otra vez al mayor para poder darle otro suave beso.

-Claro que quiero.- Respondió en cuanto se separaron.

LILA PASTEL | karlnapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora