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-¿Sapnap?- Llamó el de gorro entrando a la casa que ambos compartían. -¿Estás aquí?- Caminó buscando al de bandana, quien no había respondido su pregunta. Lo encontró en la cocina, frente a él había un vaso de agua y su gesto detonaba consternación.

-Perdóname.- Fue todo lo que dijo, con un hilo de voz. Quackity se acercó a él y tomándolo por el mentón lo obligó a que le viese a la cara.

-¿Por qué?- Sapnap suspiró desganado y regresó su vista a su vaso con agua.

-No debías haber visto eso, yo no quería encontrar a mi alma gemela.- El de gorro soltó una leve risa.

-Sap, ambos sabíamos que lo nuestro nunca iba a ser. No somos almas gemelas.- Sapnap asintió con pena. -Y ahora que tú encontraste a la persona que está destinada a ti, no deberías dejarlo ir.

-Pero Quackity no me parece que...

-¿En que idioma hablo?- El de gorro rodó los ojos. -Quiero que vayas, que persigas a quien en realidad está hecho para ti, yo estoy bien sabiendo que tú lo estás.- Sus ojos se conectaron. Quackity podía observar el miedo que había en los ojos contrarios, la inseguridad e incertidumbre.

-No estoy seguro... Ni siquiera lo conozco.- El contrario soltó un pequeño grito de frustración.

-Escúchame, ninguno de nosotros esperó que este momento llegaría, estoy seguro que el chico de la heladería está de confundido que tú, pero son almas gemelas, y tienen toda la vida para conocerse, pues eso no cambia. No importa que no sepas quien es, lo sabrás y podrás ser feliz dándote cuenta que estás con la persona que el destino puso para ti. Corre, pídele su numero aunque sea, y date la oportunidad de enamorarte.- El de bandana pareció analizar cada una de las palabras dichas y sintiendo como si todo su ánimo se hubiese recargado se levantó de la silla.

-¿Estás seguro?- Quackity asintió.

-Lo estoy, algún día yo también encontré a mi alma gemela. ¡Ahora, corre!- Eso hizo Sapnap. Salió corriendo en dirección a la heladería, ni siquiera miró atrás, pues quería llegar lo antes posible. Su corazón latía a mil por hora, y no era solo por el esfuerzo físico que en ese momento estaba haciendo, sino por el hecho de darse cuenta que el también pudo encontrar a su alma gemela.

La campanilla de aquel local volvió a sonar y todas las miradas se dirigieron a su persona. Se acercó al mostrador donde se encontraba Spreen, quien le miró con una ceja alzada y una pequeña sonrisa. Tuvo que tomarse unos segundos para poder recuperar el aliento antes de hablar.

-Disculpa...- El contrario cortó sus palabras haciendo un gesto con la mano.

-En el parque.- Sapnap le sonrió como agradecimiento y de nuevo salió corriendo. Spreen lo observó alejándoselo. Se arrepintió de no ofrecerle un vaso de agua antes.

Karl recorrió más de una vez el parque hasta que se dio por vencido.

Caminó a casa con audífonos y la cabeza gacha. Todavía no procesaba del todo lo que había pasado, ahora solo quería llegar a contarle todo a su amigo George. Él ya había encontrado a su alma gemela y estaba seguro que podría darle un consejo.

LILA PASTEL | karlnapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora