c u a t r o

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- "Me siento atraído por ti aunque me alejes amor, me acercaré y esperaré con ansías" - Desire - Moonbin.





Pronto se iba a cumplir una semana desde que Moonbin llegó a la hacienda para quedarse. Sanha había hablado con él en la primera ocasión que tuvo y dejó claro que lo que había pasado en Seúl la noche que se conocieron era mejor que se quedara allí, en un principio y dada la tensión que se ocasionó pensó que las cosas estarían incomodas durante un tiempo, no podía estar más equivocado, todo era extrañamente agradable. Notó enseguida que Bin era la clase de persona que podía encajar en cualquier parte porque así lo hizo con cada miembro de su familia, sus primos y madre estaban encantados con él... y él... bueno, se sentía tranquilo al respecto.

No pudo ni quiso hacer nada al notar que el peli negro no solo habitaba ahora en su casa si no que también abarcaba cada espacio, donde volteara él estaba. Estaba siendo contradictorio pero su mirada no podía apartarla y se encontraba a si mismo sonrojándose con fuerza cada que era descubierto observándolo con demasiada atención.

A pesar de eso tu coraza de chico indestructible y gruñón no la bajaba, había marcado una línea y no estaba dispuesto de moverla ni un centímetro, o al menos eso pensaba.

Moonbin lo había notado y había decidido no forzar nada, tendría paciencia porque al fin y al cabo tiempo era lo que tenía, sin embargo lo entendió todo durante su cuarto día en el pueblo. Se había ofrecido a ir por el pan para el desayuno que la familia Yoon invitaba a las personas más necesitadas de la zona, incluidos algunos de sus trabajadores cuando sin poder ni querer evitarlo escuchó a un grupo de señoras reunidas en ronda cotillear al respecto.

Sanha había sido plantado en el altar hace solo poco más de dos meses, no tardó en hacer sus cuentas, no tardó en recordar el modo en que se quitó el anillo para arrojarlo con furia a la piscina cuando le preguntó al respecto en la fiesta. Entonces agradeció haber sido sensato con con él  y decidió que lo más prudente era no decir palabra alguna, se imaginaba que suficiente tendría ya con todas esas personas murmurando desde temprano sobre su vida.

Luego, cuando el abogado que habían mandado desde la central en Seúl llegó y comenzaron las reuniones pudo notar que si bien el chico no bajaba del todo la guardia, si se lo notaba con un poco más de confianza a su alrededor. Las reuniones entre ellos y sus representantes sirvieron para que tanto Sanha como su familia se terminaran de convencer que las intenciones de Moonbin no eran saquear esa tierra como muchos habían intentado.

Esa mañana, tras ofrecer el desayuno y tomarlo ellos en familia con un invitado en su mesa por primera vez en mucho tiempo Moonbin se encontró siguiendo a Sanha a los establos sin pensarlo demasiado.

- ¿Puedo ir contigo?

- El trabajo que toca hoy no creo que sea de tu agrado Bin - murmuró colocándose un bonito sombrero negro que cubría parte de su dura mirada y que ante los ojos contrarios lo hacían ver aún más atractivo.

- ¿Estas acaso dejando caer tus prejuicios sobre mi? - replicó enarcando una ceja, no esforzándose en ocultar que lo había ofendido.

- Para nada, no es mi intención ofenderte pero vamos a estar moviendo cajones de frutas en medio del rayo del sol - se explicó rápidamente volviendo su mirada para fijarla en él -. No son prejuicios pero no creo que estés acostumbrado a ese tipo de trabajo y no quiero que acabes descompuesto o peor por un golpe de calor.

- Entiendo - respondió asintiendo, no iba a ser tampoco tan cabeza dura como para no aceptar que en efecto, no tenía experiencia -. Solo iré entonces a presentarme, ayudaré un rato también y si en algún momento noto que es demasiado simplemente volveré a la casa.

ᴿᵃᵃᵇᵗᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora