Siete

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Ignorando lo que le esperaba en un día como ese, Caleb sabía que no podía defraudar a su mejor amigo.

Al ver que Neo mantenía su mirada en el aparato sin prestarle la mínima atención, el chico tuvo que chasquear sus dedos para recordar su presencia, solo así logró que Neo terminara abandonando el celular dentro del casillero. Aun en silencio y sin pasar desapercibido que su amigo no lo miraba a los ojos, Caleb palmeó su hombro con la intención de subir el ánimo de este, recibiendo como respuesta una sonrisa apenas perceptible. ¿Se trataban de la inquietud por el evento, o había algo más que lo molestaba? Quizá se trataba de la primera opción.

Él mejor que nadie podía comprender aquella sensación provocada por sus primeras competencias, dejando el mando a los nervios que amenazaban con traicionar un excelente desempeño de la manera más desastrosa. En la distancia los dos podían escuchar como las personas comenzaban a llenar las gradas, las cuales estaban destinadas a los invitados que se dedicarían a observar el gran evento que estaba por llevarse a cabo en los próximos minutos.

Si bien, el mismo Caleb debía estar ocupando lugar junto a sus amigos, este se encontraba regresando de su entrenamiento en el gimnasio del club, por lo que había optado por hacer uso de las regaderas de la piscina con el pretexto de encontrarse con Neo y desearle buena suerte. Pese a que los vestidores estarían reservados únicamente a los competidores, sus viejos entrenadores le habían permitido el acceso por tratarse del que fue el mejor nadador a nivel intermedio.

Mientras que uno cambiaba su ropa deportiva por jeans y una playera sin estampado, el otro se quedaba únicamente con su bañador y los accesorios correspondientes, esperando a que su primer campeonato diera inicio. A pesar de que ninguno de los dos estaba conversando en lo absoluto, Neo no podía evitar sentirse agradecido por la compañía de su mejor amigo, sobre todo por los mensajes que acababa de recibir... De cualquier modo, lo mejor sería no pensar en ello, no cuando su preocupación principal estaba en la piscina.

—¿Cómo puedes seguir haciendo esto? Me siento extraño. —Sentándose en la banca del vestidor, el gemelo comenzó a perder la compostura, moviendo con inquietud una de sus piernas a un ritmo impaciente —No estoy seguro de poder competir.

—Creí que buscabas alcanzarme en las competencias avanzadas —Caleb termino por atar los cordones de su tenis, antes de bajar el pie con la intención de impartir un poco de su usual confianza —Te aseguro que cuando estés dentro del agua comenzaras a relajarte, el resto dejara de importar.

Sin estar completamente convencido de las palabras del chico, Neo se puso de pie sin atrever a contradecir las palabras, haciéndose con la gorra, los goggles, y los tapones para oído que había lanzado en cuanto se sentó. Sabiendo que debía salir de ahí antes de que lo corriera alguno de los coach, Caleb le dio una palmada en la espalda para llenarlo de coraje, partiendo por el lado que daba a las gradas. En su camino a la salida saludó a viejos compañeros que estarían compitiendo junto a Neo, por lo que solo pudo desearles buena suerte, antes de que los entrenadores llegaran para coordinar una última vez las salidas.

A unos metros de la salida que daba a los casilleros, distinguió a un grupo de chicos que lo invitaban a ocupar el sitio disponible. Sintiendo que estaba por atravesar un momento incómodo, Caleb les dedico un movimiento de cabeza, no solo a modo de saludo, sino para indicar que los había visto.

En su costado derecho, June se encontraba riendo junto a Eric y Mateo, por lo que el chico tuvo que disimular la sorpresa que le causaba ver al hermano mayor de su mejor amiga. Al intercambiar un choque de puño con sus amigos, se aproximó a la Pelirroja, dejando un beso en su mejilla a manera de saludo. Para la ocasión, esta vestía las medias que tanto la caracterizaban, las cuales combinaban con un short negro de tela y una playera de manga larga que dejaba al descubierto su perforación en el ombligo. Contrario al humor que la rodeaba últimamente, la chica se mostraba relajada, al punto de permitirse bromear con sus acompañantes.

INEVITABLE ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora