Trece

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No era ninguna casualidad que Caleb regresara de su práctica de natación por las calles cercanas al parque. Desde inicios del mes (tras su conversación con Mateo), este había optado por variar su ruta de tanto en tanto, como si esperara que algún milagro sucediera de manera accidental. Por supuesto que sus esfuerzos habían sido vanos y nada extraordinario ocurría aún.

Tal vez algo «extraordinario» pasaría después, pero nada tendría que ver con el reencuentro que tanto esperaba.

De momento tenía que conformarse con recorrer las avenidas que conocía a la perfección, imaginando escenarios arbitrarios en donde finalmente podía encontrarse con Ailinne para hablar de eso que nunca pudieron. La idea llevaba obsesionando su mente más de lo que le gustaría admitir, sobre todo por esa promesa infernal que solo quería descartar a medida que pasaba el tiempo. ¿Cuáles serían las consecuencias si sencillamente se aparecía en su escuela o la esperaba fuera de su casa?

Realmente quería volverla a conocer. Con la nueva perspectiva formándose en su interior, el chico dejo que una sonrisa escapara de sus labios. Todavía mantenía muy presente aquel lejano día en donde la había visto por primera vez dentro de su salón. No podría olvidar a esa chica castaña sonriendo con dulzura e inocencia, ignorando los problemas que le traería estar en una clase que no le correspondía y que ni siquiera era de su grado. Sin olvidar aquella vez en donde habían logrado la charla por equivocación, la cual había dado paso a su amistad, y pese a la vergüenza que en ese entonces sintió, Caleb había comenzado a saludarla con el mero objetivo de conocerla.

Con el pasar de los días, descubrió a una chica carismática y divertida que disfrutaba hablar entre comentarios sarcásticos. Ailinne siempre supo mostrarle su lealtad en forma de amistad, estando con él en los momentos más desastrosos de su vida, a la vez que le aplaudía sus logros, o lo ayudaba a superar cualquier malestar. Hasta que, sin ser del todo consciente, termino cayendo ante su inteligencia y astucia que se evidenciaba entre sus incontables charlas; sus ocurrencias que lo hacían reír, incluso si no se sentía con el ánimo de hacerlo; además admiraba como la Castaña podía ser el pegamento de sus amigos y familia, aun si ella misma no lo comprendía (ni lo pretendía) en lo absoluto.

Sin duda Caleb tenía un profundo deseo por enamorarse también de la nueva versión de Ailinne, ya que estaba casi seguro que la chica no sería la misma en algunos sentidos. Por lo que se encargaría de darse un tiempo y de ser necesario, se volverían a conocer desde cero.

Y en esta ocasión no tenía miedo a fracasar. Si la Castaña había tenido la paciencia de esperarlo hasta superar su capricho por Emma, él estaba dispuesto a hacer las cosas de una manera correcta, y para ello debía aclarar todo cara a cara. ¿Eso incluía las razones que lo habían llevado a salir con Maeven? El enredo mental no parecía tener forma, manteniendo la misma confusión, dado a que él mismo aún trataba de comprender lo que sintió por la Peliazul en esas dos citas que tuvieron.

Ciertamente había estado confundido, así como dolido por la abrupta partida de Ailinne, siendo June la encargada de hacerle ver que estaba cometiendo la misma equivocación. Maeven siempre había mostrado su interés por él, y este no negaría que estaba atraído a ella. ¿Qué más podía perder? Con algo de optimismo, una nueva oportunidad le permitiría un cambio en su suerte.

No bastaron más que unos meses para descubrir lo equivocado que estaba: la chica que seguía amando había regresado, forzándolo a finalmente hacerse responsable de eso que quiso ignorar vanamente.

A medida que esa introspección tomaba mayor fuerza, el chico sentía el impulso de desviar sus pasos e ir a su encuentro con Ailinne, viéndose interrumpido por la llegada de una notificación a su celular. Parte de él sitió la frustración alzarse feroz, como si se tratara de una señal que le recordaba los peligros de precipitar sus acciones. Esta vez haré las cosas de manera correcta. Se tuvo que repetir con la resignación ocupando un espacio en sus adentros. Es así como detuvo por completo todo andar, dispuesto a abrir el mensaje recibido, esperando que se tratara de June.

INEVITABLE ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora