INEVITABLE ERROR

Catorce

Veinticuatro horas pasaron desde el altercado y ninguna de las tres se había atrevido a cruzar palabra alguna. En cuanto su hermana la había echado de su habitación, Ailinne supo que lo mejor sería mantener su distancia hasta que el humor de la mayor se recuperara por lo menos un poco. No obstante, una noche de sueño no había bastado para que Danielle hiciera las paces con ambas chicas.

A primera hora de la mañana, su hermana mayor había desaparecido, bajo la excusa de ir a los ensayos generales para su recital de ballet que tomaría lugar el día siguiente. Tal vez por eso Danielle estaba tan malhumorada últimamente; quizá por la presión que tenía encima su tolerancia estaba siendo casi nula... Ailinne realmente quería creer que se trataba de eso y no porque su relación estuviera fracturándose sin reparo. ¿Estaba siendo demasiado ilusa al creer que volverían a tener la misma complicidad que habían tenido un par de años atrás?

El mejor consuelo que la Castaña tenía en ese instante era tener un motivo para salir de casa también, o de lo contrario estaría condenada a dar vueltas al asunto sin llegar a una conclusión plausible. El día de ayer, al salir de clases, Lucas había pedido que se reunieran con él en el mall con la intención de comprar un regalo para su madrastra. Si bien era una petición inusual, las chicas (a diferencia de Priscila y Liam) se mostraron de acuerdo. Dejando a la menor un inconveniente con el que tendría que lidiar, y poco ayudaba que sus amigos estuvieran esperándola a fuera de su casa, limitando el tiempo que tenía para convencer a los adultos.

—Por favor, será solo al centro comercial.

—Ali, han pasado un par de meses desde que volvimos —dijo Priscila desde el baño, mientras se alistaba para ir a trabajar —Te dimos una advertencia, pero parece que no lo recuerdas en lo absoluto.

—Continúas tomando libertades precipitadas sin considerar las consecuencias —Liam recriminó.

—¿Qué dicen? —Ailinne estaba teniendo problemas para comprender la súbita desconfianza de los adultos, después de todo, llevaba meses probando su nivel de compromiso hacia sus padres —Solo he salido en un par de ocasiones y ha sido con los amigos que ustedes ya conocen, pensé que estaban de acuerdo en irme dando más autonomía.

—No se trata de «estar de acuerdo» o no, solo nos preocupamos por tu bienestar.

—¿Hasta cuándo tendré que demostrarles que pueden confiar en mí otra vez? Ni siquiera cuando estábamos en el departamento me tenían tan controlada...

—Y posiblemente ese fue nuestro error.

Antes de que cualquiera alcanzara a responder, la puerta principal fue golpeada, a lo que Liam tuvo que bajar. Viendo la oportunidad de hablar con su hija, Priscila menciono que Danielle había admitido tener problemas con ambas chicas. Ailinne deseaba ser comprensiva con su hermana, no obstante, aquella no era la primera vez que prefería hablar con sus padres antes que con ella, para que juntas arreglaran cualquiera que fueran las diferencias que tenían.

Su hermana hablaba con todos menos con ella y eso comenzaba a fastidiarla. Ailinne estaba segura que de seguir así, esta tendría que buscar sus propios medios las respuestas.

Sin poder avanzar en la conversación, Liam termino por llamar a la menor hasta la planta baja, en donde sus amigos se encontraban sentados. El par se deba ver con una expresión de increíble inocencia, al tiempo que se envolvían en una charla con el adulto, como si buscaran ganar su simpatía.

Gracias a los chicos, no demoraron en llegar a un acuerdo en donde le permitían salir con sus amigos, a cambio de llegar antes del anochecer. Con la advertencia hecha, Ailinne se hizo una nota mental de besar a sus amigos... o comprarles un helado más tarde para agradecerles. Tras unos minutos, los tres adolescentes aceptaron que Liam los adelantara hasta la plaza, manteniéndose en un silencio que no sabían cómo romper. Principalmente porque el rostro del adulto reflejaba que un debate ocurría en su interior.