Doce

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Francamente para Ailinne no era ninguna gracia estar caminando por las calles sin ningún rumbo en particular. Había sospechado que se trataba de una mala idea apenas sus amigos le hicieron saber las intenciones de ir al cine por la tarde, claro que, el fastidio nada tenía que ver con una caminata que no parecía tener destino. Realmente su humor estaba siendo influenciado por la compañía... ¿Por qué Sage había tenido que invitar a su novio? O acaso... ¿Estaba por pasar eso que había querido evitar el último mes?

Bajo cualquier otra circunstancia caminar con sus amigos a la deriva no presentaría ningún inconveniente, sin embargo, la Castaña no podía dejar pasar que Mateo caminaba a unos metros de ella como si fueran viejos conocidos. Está bien, está bien. Eran viejos conocidos, no lo podía negar, sobre todo porque (de no ser por Ruth y Tristan) todos los presentes habían asistido a la misma secundaria. Dejando en claro que Ailinne y Mateo habían compartido una especie de amistad en el pasado, y tal vez por esa misma razón los chicos esperaban que la Castaña tuviera las mejores intenciones de retomar esas viejas relaciones... Incluyendo a Caleb, por supuesto.

—De ninguna manera.

—Podría pasar —Tristan habló con simpleza, al tiempo que acomodaba sus lentes sobre su nariz—Las personas harían cualquier cosa por dinero y cinco minutos de fama.

—¿Terminaría corriendo por un centro comercial en mi ropa interior?

—Después aceptarías manejar una moto completamente a ciegas junto con alguien que acabas de conocer, hasta terminar jugándote la vida en un estadio lleno de gente psicópata que se refugia en el anonimato del internet, mientras los animan a dispararse hasta la muerte. Todo sin poder hablarlo con ninguna autoridad. —Camille se entrometió, caminando del brazo de Lucas entre pequeños saltos emocionados, que provocaban más de una ceja alzada por parte de los mismos chicos.

¿Cómo lidiaría Camille con una dosis extra de azúcar? Ni pensar en ello...

Notando que sus amigos continuaban discutiendo la película que habían visto unas semanas atrás, Ailinne opto por mantenerse al margen de la charla. Dado a que su mente estaba ocupada en temas que poco tenían que ver con lo que pasaba en esos momentos, y aun si no le gustaba admitirlo, la asistencia del gemelo removía aquellos viejos recuerdos.

Era como si Caleb se opusiera a la idea de salir de su vida de forma definitiva, apareciendo indirectamente en donde quiera que mirara. Maldita sea...

Llevaban caminando aproximadamente veinte minutos cuando tomaron un desvió final, el cual los apartaba todavía más del cine. Siendo Mateo el encargado de desplazarlos a esa dirección, les informó que debían hacer una pausa rápida para encontrarse con su hermano (que había sido invitado por medio de un texto).

Consciente de que los gemelos solían ser los amigos más cercanos de Caleb durante la secundaria y queriendo evitar terribles sorpresas, Ailinne se aseguró de preguntar si había alguien acompañando a Neo, recibiendo una única afirmación que la desconcertó:

—¿Maeven?

—No he hablado mucho con ella, pero entiendo que compartió clases con Caleb en primer semestre y se ha hecho buena amiga de los demás.

Al obtener la respuesta, las miradas se enfocaron simultáneamente en Ailinne, creyendo que sería la primera en hablar para confesar sus deseos por ver al chico tras tantos meses apartada. Los segundos se alargaron hasta que esta rasco el puente de su nariz, dejando clara la resistencia por brindar una reacción que los complaciera.

Sin que nadie se atreviera a especular con respecto a la especie de relación que hubo entre el par, Mateo tampoco vio oportuno hacer mención de ciertas cosas, pues había prometido a su amigo que no comentaría con nadie acerca de la visita, ni mucho menos la gardenia en su cumpleaños. Si lo pensaba mejor, tampoco sería conveniente mencionar las citas que el chico tuvo con Maeven...

INEVITABLE ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora