Capitulo 18: Dulce, dulce...

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El Cuartel...

— Tenemos hambre...

— Nos están buscando para matarnos a todos...

— ¿Y los niños? ¿Ya hemos desistido de eso?

— ¡Queremos salir de aquí!

Llantos, gritos, preguntas, ansiedad.

Todo esto y más tenía embargado al cuartel desde hacía ya varios días. Los jóvenes se plantaban día y noche en el comedor y alzaban la voz, pues ya estaban cansados del encierro, la incertidumbre y aquella amenaza de muerte plasmada por doquier en las noticias.

Y es que sí, hacía ya una semana que rondaba en las pantallas de todos los lugares recompensas muy grandes para capturar a los rebeldes. Desde entonces, panfletos llenaban las calles con una foto de sus rostros cubiertos con su típico pasamontañas con una nota que decía: Muerte a los rebeldes.

Con esto, Rogers prohibió cualquier tipo de salida, ya sea para buscar alimentos o implementación necesaria para día con día. La situación era oscura y sin ningún tipo de matiz, se encontraban casi desahuciados.

— ¡BASTA!. — el grito de Rogers resonó en el lugar deteniendo la habladuría— Sabemos que la situación es difícil, para todos. Pero no podemos arriesgarnos de esa manera. Si cae uno, caemos todos.

Un silencio se pronunció en el lugar.

Ninguno quería la muerte, habían luchado mucho para llegar hasta aquí. La muerte sería la derrota total.

Todo se les iba como arena en las manos. El miedo y la frustración eran los presentes en los rostros de aquellos.

— Por eso hemos realizado días específicos para que solo los asignados de ese día, salgan y consigan lo necesario para todos.

— ¿Días? ¿Asignados?— preguntó alguien.

— Exacto. —habló Monique esta vez— Los días lunes y sabados serán para buscar comida, y miércoles productos de aseo e implementación necesaria. Solo esos días para evitar ser notados.

— Saldrán en pequeños grupos, —esta vez habló Ricardo— sin llamar la atención se separan y consiguen lo de las listas que daremos, y regresarán en el tiempo acordado.

Era una idea demasiado peligrosa, pero era eso o morir adentro.

— ¿Entonces empezaríamos hoy?— preguntó Roque.

Ese día era sábado, podían salir y conseguir comida, era lo que más necesitaban por el momento.

— Por supuesto, anunciaremos a los que irán hoy y así consecutivamente— respondió Monique.

— ¿Cuando terminará esto?. — hablo Savannah— Nos prometieron terminar con todo y lograr nuestra seguridas, pero no ha pasado nada, al contrario. Nos están cazando.

Una algarabía se escuchó apoyando a la castaña, pues han sido muchos años de lucha sin logro alguno.

— ¡No más preguntas por ahora, regresen a sus clases!.

Los ayudantes del líder comenzaron a hacer su trabajo de calmar a la gente. A golpes o a empujones para que regresaran a sus labores.

Todo ante la mirada de Rogers, que no dejaba de darle vueltas a todo el asunto, pero pronto llegaría el día. Pronto descansaría.

***

Un tiro, dos, tres y nada. Su puntería era tan mala que hasta se daba vergüenza ella misma.

Las clases de armas siempre habían sido su parte débil, por más que intentaba parecía tener dos dianas a unos metros en vez de una. Su vista era un completo desastre.

Antes de despedirnos | EN PROCESO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora