Capitulo 12: No cierres los ojos

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Capítulo adicional por las dos semanas sin actualización ;).

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Los quiero :*

Si más...

*♡*

En alguna parte...

Ya han pasado años y aún no me traes la prueba.

Era una noche fría y de lluvia, en un antiguo teléfono público se encontraba esa persona vestida completamente de negro y una capucha.

Suspiró.— La chica ha desaparecido, ella es el prototipo perfecto que tanto has buscado.

— ¡¿Esperaste a que desapareciera para decírmelo?!.

El sujeto miró las calles desoladas para asegurarse de miradas extrañas.

— La tuve en la mira todos estos años, pero faltaba un último requisito para confirmar que era ella.

¿Y cual era? —ya estaba impaciente.

Un silencio que mostraba la duda entre decidir decirle o no, se hizo presente.

— Ella es... la elegida.

¿Qué...?

— Sí.— tragó saliva— Es la hija de la muerta...

•○•

Una luz calaba en mis ojos, los pájaros ya estaban cantando y las gotas escurrian por la fuerte lluvia de la noche anterior.

Abrí los ojos poco a poco acostumbrando la vista, olía a sangre todo el lugar. Estiré mis huesos para poder levantarme. Dios ¡que incómodo!.

Me senté ladeada y un poco desubicada al ver el cuerpo en estado de descomposición, pero pronto recordé todo.

Merecías algo peor, infeliz.

Ubiqué mis ropas llenas de barro en un lado, suerte que no le cayó ese líquido espeso difícil de quitar. Las tomé y salí de la cueva buscando agua dulce, pues sentía mi garganta seca.

A diferencia del día anterior, todo estaba tranquilo y un poco soleado. El clima perfecto.

— Como me gustaría vivir así por siempre.

Pero aquello era imposible.

Detuve mis pasos en un pequeño claro rodeado de árboles que mecían sus ramas de un lado a otro gracias a la brisa, creando un baile hipnotizante. Cerré mis ojos y disfruté de la sensación del césped verde entre mis dedos. Todo era tan hilarante, puesto que vivía una realidad tan diferente a la sensación de tranquilidad de estos momentos.

En medio de mi concentración escuché un sonido lejano. Agua.

Abrí mis ojos y seguí atentamente el sonido buscando la fuente de vida, rodeando árboles y pisando ramas que algunas veces lastimaban mis pies. Pero necesitaba agua.

Tropecé varias veces hasta caerme de bruces al frente golpeando mi cabeza, toqué el lugar y me di cuenta que abrí una herida. Me levanté despacio y me di cuenta que raspé también mis rodillas sintiendo apenas el dolor.

Antes de despedirnos | EN PROCESO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora