Capitulo 1: La felicidad

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Lágrimas recorrían mi rostro sin parar, la tristeza y desolación en mi alma eran muy grandes. Ellos... se habían ido.

Ellos los mataron...

— Todo estará bien, debemos partir antes de que nos encuentren— la voz de aquel hombre me hacía recordar que aún no me quedaba sola en este mundo.

Este me tiende la mano que le sobra, ya que en la otra carga a mi otro motivo de vivir: mi hermano, Hope.

Y así, dando un último vistazo por encima de mi hombro, observando aquel lugar que me vio nacer, siento como mi vida ya no será la misma, sabiendo que solo el dolor rondará mi alma y no habrá vuelta atrás. Viviendo en el cuerpo de una niña, pero con una mente envuelta en las ataduras de la vida, sin querer.

— No sabes cuanto lamento todo esto mi niña, si pudiera hacer algo para curar tu alma, lo haría— dice aquel hombre quitando una lágrima de mi mejilla—. Pero ahora, tengo que cumplir mi promesa.

Me atrae consigo fundiendonos así en un fuerte abrazo donde permito desahogarme llorando como nunca, pero dentro de mi, sé que serán las últimas que me permitiré derramar.

—Vamos, pequeña — me saca de mi ensoñación, y emprendemos camino sin mirar atrás, donde quedó mi antigua vida, donde lloré por última vez, donde el deseo de venganza comenzó a crecer en mi y la pureza de mi alma se arrugó cual papel para luego ser quemado y solo quedar cenizas.

•○•

Años después...

Muchas personas alaban la felicidad, ese estado de completa armonía a tu alrededor, donde te sientes completo y crees que no te falta nada. El tan nombrado Nirvana¹ haciendo eco, y todos anhelando llegar hasta él.

Lo que no saben es que cualquiera puede tenerlo, porque la felicidad, así como cualquier emoción, es solo un estado. Un lapsus de tiempo donde no te puedes quitar esa sonrisa de la cara, y si no lo habla ella, lo hacen tus ojos que demuestran tu alma.

¡Maldición! ¡Leya regresa ahora mismo!— escucho su voz enojada y no puedo evitar reírme hasta cansarme, pero debo correr si no quiero perder esta vez.

—¡Pareces una nenita Peter!— le grito entre risas mientras esquivo ramas.

Y la situación es la siguiente: dos idiotas, corriendo en un bosque compitiendo por quien llegue primero al hermoso lago en medio de este.

Pero como siempre, soy la primera en llegar.

—Eres...una...tramposa— dice con la respiración entrecortada y una mano en el pecho.

—Pero que mala condición física tienes— me burlo quitando mis zapatos y mi ropa para sumergirme en el lago, salpicandolo. ¡Esto si es vida!.

—¡Me empujaste porque ibas perdiendo!— asegura como niño pequeño.

Pongo mi mejor cara de indignación. —¿Ahora yo tengo la culpa de que tropezaras accidentalmente?.

El sabe a lo que me refiero, crecimos juntos. Si tenemos una meta clara, vamos por ella cueste lo que cueste, no existen trampas, más bien, estrategias.

Todo vale.

Lo escucho resoplando con fastidio. —Sí, claro.

De repente me da una mirada maliciosa y sé lo que hará.

—Ni se te ocurra— le digo amenazante con mi dedo índice.

—Uno...— empieza.

—Espera, espera.

—Dos...— su sonrisa se ensancha.

—No, no, no.

—¡Tres!—. Y ya es muy tarde.

Lo siguiente pasa muy rápido ante mis ojos, veo como corre hacia el agua como si su vida dependiera de ello, para después lanzarse con un grito: —¡BOMBA!.

El agua cae encima de mi con fuerza hundiendome un poco y luego salgo tomando una bocanada de aire.

—Definitivamente eres un bebé— digo entre dientes.

Este solo se carcajea por mi cara mientras yo lo fulmino con la mirada, pero no dura mucho ya que le sigo después, y seguimos así, riéndonos como idiotas, sin pensar en más nada que no sea ese momento.

El tiempo pasa en aquel lugar, dándonos bromas pesadas, admirando el paisaje e imaginando un futuro diferente. Pero aquel estado de felicidad plena sólo es un momento.

Dos disparos cortan el aire. Divisamos en el frondoso bosque, pero no hay nada, ya nuestras ropas estaban secas, así que caminamos sigilosamente en la dirección de aquellos disparos.

Pero una voz nos detiene.

—¿Qué les he dicho de estas salidas sin permiso?.

Yo maldigo mentalmente y volteamos lentamente para ver la cara de, él.

El Viejo.

—Yo que extrañaba tanto tu cara— el sarcasmo de Peter haciéndose notar.

El Viejo nos mira fijamente hasta que niega con la cabeza en señal de rendición y se acerca a nosotros.

—Andando, mañana tienen que entrenar y ustedes tendrán un castigo por esto—. Lo sabía.

Así, emprendemos camino hasta nuestro lugar de pesadillas, o como le dice el Viejo, "nuestro hogar". Obligándome a volver a mi triste realidad, donde no existen sentimientos ni risas, la felicidad se extingue, donde debes luchar por sobrevivir.

***

Glosario

1. Nirvana: En el Budismo, es una palabra que hace referencia a la felicidad suprema que alcanza el alma y que incorpora al individuo con la esencia divina.

Caracterizada mayormente por la liberación del dolor y los deseos.

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Antes de despedirnos | EN PROCESO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora