𓂃 ☾⃝҂ ❛ Nos movemos como en una obra de teatro, esperamos a que suba el telón para hacer frente a la siguiente escena, esperando lo peor porque vivimos en el género trágico, porque parecemos hijos de Shakespeare y moriremos al final del acto, pero...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━━━━━━━━━━━━
—¡EL ABUELO QUIERE LLEVARME A YAKIMA! —Lloró Carly al otro lado de la línea.
—¿Qué? ¿Por lo de Spencer? —Hope dejó a Shakespeare en el piso para concentrarse en los sollozos de su hermana.
En el show anterior, el accidente con el martillo que casi le arranca la cabeza a Carly preocupó lo suficiente al abuelo de los tres hermanos como para que terminara en Seattle. Ahora, Spencer estaba a punto de perder la custodia de Carly. Hope escuchó con cuidado la historia que le contaba su hermana a través de la llamada. Suspiró y se mordió las uñas, no la interrumpió en ningún momento. Era grave. El abuelo detestaba que Spencer abandonara las leyes para ser artista. No lo consideraba lo bastante responsable como para cuidar a Carly.
—¡NO ME QUIERO IR A YAKIMA, TIENE NOMBRE DE VÓMITO!
Annie miró a Hope. Las palabras que alcanzaba a oír de la llamada de su compañera de cuarto eran raras.
Shakespeare ladró y se subió a la cama de Annie ignorando a Hope.
—No tiene nombre de vómito, escucha...
—Sí, sí es como... Si alguien estuviera vomitando. —pensó Annie en voz alta a lo que Hope giró a verla mal. —Digo. ¡Shakespeare! Aprendamos algunos trucos, date la vuelta... —el perro miró a Annie como si estuviera hablando en una lengua desconocida, aún no aprendía a hacer trucos, sin embargo la pelirosa lo empujó levemente por la panza y el perro rodó por la cama. —¡Yei! Te mereces una galletita.
Hope terminó un rato después su llamada, aconsejándole a Carly que intentara demostrarle al abuelo que Spencer sí era lo bastante responsable como para cuidarla.
El perro yacía dormido dentro de las pantuflas de Annie. El muy sinvergüenza ignoraba la linda camita que le había obsequiado Cat, al parecer los zapatos de la pelirosa eran más cómodos.
