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—Me va a dar algo... —Katleen se pasó la manos por la cabeza, desarreglando el moño elaborado, su pelo castaño muy claro meneándose con el viento.

—Todo tiene una explicación, Princesa. —Dijo Marlenskey, intentando calmar su angustia.

—Claro que la hay, Marlens. —Se estremeció al sentir una ventisca fría, su loba removiéndose de repente muy despierta e interesada —El problema es que Rhea nunca dice sus cosas. — Apretujó los ojos— ¿Hace frío? —Preguntó de repente extrañada, pasando sus manos por los brazos al sentir la temperatura bajar aún más, ahora no era tan buena idea traer minifalda y solo un pequeño "Top" sin corpiño.

—No, Su Majestad — Respondió extrañada, una pizca de preocupación casi revelándose en su mirada. —Pero si hubo un leve cambio ahora que los invitados de La Reina han cruzado el Portón...

Katleen miró en aquella dirección, su corazón acelerándose como un tambor al ver los autos ampliarse más en su visión, las manos se le pusieron temblorosas y sudadas, su loba comenzando a moverse dando vueltas en su interior.

Casi podía jurar que todo eso era señal de algún infarto o algo así, pero después que la brisa trajera en su dirección el olor más exquisito y embriagante de todo el mundo, entendió que era lo que estaba sucediendo.

El cuerpo entero se le sacudió, comenzando a entrar en pánico sin saber que hacer.

Demasiadas cosas estaban pasando al mismo tiempo, no supo idear algo que podía hacer en ese preciso momento...

—Diablos. — Murmuró tan bajito, que casi nadie la hubiese escuchado si no tuvieran una súper audición de lobo.

El miedo le embargó por completo al sentir aquella presencia más de cerca, sus pasos acelerados moviéndose en dirección hacia adentro nuevamente.

—¿Está Bien? —Marlens Le preguntó con duda, deteniendo su apresurado andar.

La alpha lo dudó unos segundos, apretando sus puños hasta el punto de sentir calambres en los dedos, su instinto gritándole una cosa, pero al mismo tiempo el terror de lo desconocido tenía reprimido cualquier sentimiento necesario para un caso como este.

—Mate... —Volvió a decir con voz jadeante, comenzando a correr hacia las escaleras, un puño apretándose contra su pecho, su respiración demasiado acelerada para estar bien.

Si, estaba escapando como una cobarde, subiendo los escalones de dos en dos, como si lo que se avecinaba hacía ella era la mismísima muerte... Y tal vez hacer aquello fue lo que la condenó.

Aquel Demonio al que su alma estaba destinada, se divertía demasiado con cazar una presa, más si la presa podía ser una alpha escurridiza y posiblemente muy suya a la misma vez...

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—Esto es Magnífico —Patrick y su gemelo pegaron la cara a la ventanilla del coche, observando la enorme edificación con forma de un misterioso y hermoso castillo, que se extendía con magnitud y poder frente a el.

—Está mucho más enorme que el nuestro —Se quejó Hayden como un pequeño Niño, recibiendo un golpe de su hermano mayor, quien por alguna razón parecía estar un poco irritado.

—¿Qué pasa, Evan?— Cedric lo miró con una ceja alzada, acomodando los lentes en el puente de su nariz.

— Nada — Negó con la cabeza, haciendo una mueca al sentir un pinchazo en el pecho.

—Si, supongamos que no es Nada, Hermanito. — Peterk habló de manera sarcástica.

—Le diré a Mamá.

La Omega De La Reina Oscura {Próximamente en Edición} |G!P|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora