Capitulo 15

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Ron apareció detrás de la tienda de chistes, directamente frente a la puerta trasera que conducía al departamento de George. Llamó con fuerza sólo para recibir el silencio. Intentó abrir la puerta con su varita, pero rápidamente se dio cuenta, sin obtener resultado, de que George debía haberle puesto un nuevo hechizo de bloqueo.

-Mierda.-Ron siseó hacia el callejón vacío. Caminó hacia el costado del edificio y se tapó los ojos con las manos, presionando la nariz contra el vidrio para entrecerrar los ojos hacia el escaparate. El interior estaba oscuro y había una frialdad desconocida a la que Ron no estaba acostumbrado. La última vez que vio la tienda fue antes de la guerra. Entonces estaba brillante y vivo; Sonidos que brotaban de las ventanas y puertas incapaces de contener la emoción que se guardaba en su interior. Ahora todo lo que escuchaba eran los sonidos distantes de la habitual multitud de brujas y magos que salían un viernes por la noche visitando los pubs y tiendas que estaban abiertos en el Callejón Diagon.

Sortilegios de Weasley siempre estaba lleno de gente, viejos y jóvenes, todos buscando algo extraño y divertido para comprar y mostrar a sus amigos y familiares. Fred y George siempre estuvieron ahí, al frente y al centro, para ayudar a todos; vendiendo varitas mágicas y bocanadas de pigmeos a quienes ni siquiera sabían que querían una. Ahora ya no se encontraba ni un alma dentro de la tienda que normalmente estaba repleta de clientes.

-Vamos, George, ¿dónde estás?- Ron murmuró para sí mismo mientras caminaba de regreso a la puerta e intentaba, por segunda vez, golpear la puerta del departamento de George. Después del primer golpe supo que George no estaba en casa. No sabía por qué seguía intentándolo, excepto por el hecho de que estaba dando largas. Se retorció las manos mientras pensaba en lo que iba a decir una vez que lo alcanzara.

Oye, anímate, George, no soportamos verte más deprimido. Es muy deprimente, amigo... Joder, soy una maldita basura en esto. Debería haberle dicho a Bill o Percy que fueran en su lugar. George no necesita que un idiota como yo le diga cosas que ya escuchó cientos de veces en los últimos tres meses.

Ron suspiró, derrotado, sabiendo que sus intentos serían refutados. George no estaba en casa. Caminó alrededor del edificio hacia el ruido del Callejón Diagon para buscar en las calles (y posiblemente en los pubs) a su hermano, quien probablemente solo quería que lo dejaran en paz, cuando escuchó una serie de crujidos detrás de él. Sintió una mano en su hombro y sacó su varita más rápido de lo que pensaba, y se giró, apuntando a hechizar cualquier cosa que se moviera.

-¡Caramba, Harry! ¿Qué carajo, amigo?-Ron exhaló, su voz temblaba y guardó su varita en el bolsillo.

Harry tenía las manos en alto en señal de rendición con Percy y Bill detrás de él guardando sus propias varitas en el bolsillo. Ron tragó saliva y respiró hondo. Nunca estuvo más feliz de ver a su mejor amigo y a sus hermanos.

-Solo somos nosotros.-Dijo Harry, guardando su varita.-Pensé que a ti y a George les vendría bien un poco de compañía.- Por cierto, buenos reflejos.

—Entonces supongo que George no está en casa.-Preguntó Bill acercándose a Harry y mirando hacia las mismas ventanas oscuras del departamento de George que Ron estaba mirando hace unos momentos. La misma mirada de decepción que tenía Ron estaba en el rostro de Bill.

-Er, no, no lo es. Lo intenté... dos veces. La tienda también está cerrada.- dijo Ron, señalando hacia los oscuros escaparates.

-Bien, creo que sé dónde encontrarlo.- Bill suspiró y le indicó a Percy que se uniera a ellos. -Nos vemos en el extremo norte de High Street en Hogsmeade.-Con eso desapareció con un fuerte crujido.

Los tres se miraron y luego hicieron lo mismo, cada uno de ellos se apareció en Hogsmeade, un pequeño pueblo, no muy diferente al Callejón Diagon, ya que la tienda estaba abierta y la gente caminaba disfrutando de la cálida noche.

Ansiedad (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora