Capítulo 19: Fuerza.

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POV, Normal.

Las pesadas botas metálicas de Hefesto pasaron rápidamente entre charcos y piedra, pisando musgo, moho, huesos y alguna desafortunada criatura pequeña. Destrozando todo lo que pisaba, con una o dos toneladas de peso en metal.

*Uff~*

Los jadeos del herrero apenas eran visibles en el frío ambiente de las profundidades, su máscara facial filtraba todo el aire que entrara o saliera de su boca y nariz. El peso de su armadura ayudaba a decrecer su resistencia, haciendo que su cuerpo tenga que esforzarse mucho más en moverse debido a la carga que llevaba.

*Pad*

*Pad*

*Pad*

*Pad*

Sus pasos eran largos, tratando de abarcar la mayor distancia posible entre cada pisada. Tratando de que su llegada al punto B sea más rápido.

*Crac~* *Crac~* *Crac~*

Esqueletos armados con espadas y lanzas se encontraban dispersos en cada pasillo, cada esquina y recoveco.

*¡Skreeee!*

Ratas gigantes, del tamaño de un lobo e igual de feroces, saltaban de estre pequeños canales sépticos. Lo suficientemente amplios como para que esos roedores gigantes corran libremente.

*¡Bang!* *¡Bang!* *¡Bang!*

El revólver de Hefesto rugió, destrozando cráneos humanos y animales. El herrero no se se detuvo, las almas propias de la criaturas asesinadas y todo aquello que cayó en sus manos o garras, fue a Hefesto. Sumándose más y más a su creciente número de entidades ligadas a su ser.

Su armadura, cuando avanzo en la Mazmorra, habia sido totalmente mejorada, ahora era una servoarmadura al estilo Fallout, pera más funcional y menos aparatosa. Con núcleo de fusión y todo. Pero ni todo el neoacero sobre su cuerpo podía esconder los débiles y pequeños rastros de luz que su cuerpo desprendía. Incluso, algunas partes de la armadura brillaban en Ceniza, pareciendo como grietas del que sale la luz de un volcán a punto de erupción. Motas de cenizas se sacudían algunas veces, desprendiéndose y apagándose. Como las ascuas de una hoguera.

" . . . ". Los ojos de Hefesto escanearon el camino oscurecido a través de los lentes de la máscara, viendo las ratas escondidas en la oscuridad. Y los esqueletos en proxima aparicion a su lugar.

Aquellos que no pudo matar con una bala, fue destruido con los puños metálicos de la armadura.

El viaje a las profundidades de una laberinto bajo tierra siguió durante unas horas, desde hacía un tiempo. Comenzaron a haber más apariciones de criaturas cerca de su base en el Santuario de Enlace de Fuego. Siendo principalmente esqueletos y ratas, alguna criatura desdichada, y raramente, una especie de bestia lobuna. Como un hombre lobo, pero diferente en morfología.

Mientras más se adentraba, diferentes criaturas encontraba. Todas ellas estaba locas y era agresivas, pero dejaron de parecer únicamente esqueletos, ahora habia plastas de carne negra y lodosa. Criaturas parecidas a babosas, lentas que se colgaban del techo y las paredes, lanzándose desde donde estaban sobre Hefesto.

Una o dos lograron golpearlo y envolver su cuerpo sobre la armadura, llegando al punto donde engulleron a abollarse y casi deformarla. Afortunadamente, no era criaturas muy fuertes.

Con el poder mecánico de la servoarmadura y el revólver, pudo deshacerse de ellas fácilmente.

La razón de Hefesto para estar aquí no era solo para ocuparse de los que atacan su base, estaba buscando la Ciudad Infestada, y como no era un jugador de Dark Souls, solo un espectador ocurrente, no sabía como encontrarla rápidamente. Así que la estaba buscando donde él cree que estaría.

Un Destino Forjado a Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora