CAPITULO 20 CASTIGO

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AGNA

Llego a mi casa, subo hasta mi habitación, me quité la ropa que me había prestado Edward, y volví a darme una ducha, me siento sucia aún tengo los nervios alterados, pero no queria que ni Cristopher, ni Edward se dieran cuanta, por eso, me forcé a permanecer tranquila. Con el agua cayéndome en el cuerpo, se me vinieron a mi cabeza todas esas imágenes, la verdad le agradezco mucho a Edward, si él no hubiera llegado a tiempo no sé qué sería de mí en estos momentos. Esta situación se tiene que acabar, no puedo seguir exponiéndome de esa manera, tengo que aclarar que no tengo nada con Cristopher, y que tampoco soy novia de Ilán, a ver si con eso me dejan en paz, quiero terminar mi año escolar en paz.

A mi cabeza se me vino la imagen de la mirada que me dio Edward mientras estábamos en la sala de su ático, debo decir que me calentó la forma en que sus ojos recorrían mi cuerpo, la oscuridad que se apoderaban de sus pupilas, como pecho subía y bajaba como si quisiera controlarse. Tuve que apretar los muslos y forzarme a no jadear.

No sé qué me pasa, estoy por pensar que de verdad soy una zorra, no puedo estar deseando a dos chicos a la vez y más si esos dos chicos son amigos.

Terminé de darme mi baño, me puse ropa cómoda y me tiré en la cama ¿Qué era esto? ¿Por qué estaba pensando en Edward? Desde aquella vez del paraguas su sonrisa y su mirada entre fría y juguetona no abandonaba de mis pensamientos. Será agradecimiento, aquella vez con el paraguas y ahora ayudarme con los chicos me hacían darme cuenta de que esos chicos no eran tan malo como parecían.

No podían ser tan malos, Cristopher, a pesar de todo lo que me hacía, nunca se acercaba a mí para lastimarme, no al menos físicamente, y algo dentro de mío latió cuando lo vi llegar al ático de Edward con el cabello revuelto, y con una preocupación plasmada en su rostro.

En todo el camino a mi casa, no me soltó la mano, era como si pensara que si me soltaba iba a desaparecer, y eso hacía que mis muros tambalearan.

No me puedo enamorar de un chico malo, esos llegan a tu vida a destruirla, no saben querer.

CRISTOPHER

Después de dejar a Agna en su casa, me dirigí hacia uno de los tantos clubes que tiene la familia de Asher, necesitaba encargarme de un asunto. Cuando recibí la llamada de Edward diciéndome que tenía en su poder a mi chica, porque unos imbéciles se les ocurrió la gran idea de poner sus asquerosas manos en ella, sentí como si la ira invadiera mi cuerpo y la sangre comenzara a quemarme. Fui por ella, me cercioré que no la hubieran dañado e hico que Edward se comunicara con Asher y los cazara. Me iba a encargar de dejar en claro que con mío nadie se mete.

Llego al club, estaciono el auto y bajo de él, meto las manos en los bolsillos y me dirijo hacia la habitación que tiene el club para encargarse de los tipos que causan problemas.

-¿Por qué te demoraste tanto? - Pregunta Asher a penas me ve entrar al lugar.

Desde acá se puede sentir la música, pero no tanto como en el club, ya que estamos en un piso muy por debajo, el olor a humedad invade mis fosas nasales, la habitación no es muy grande, las paredes están sin pintar dándole ese toque aterrador, hay cadenas colgadas en el techo y se filtra el frio de la noche.

-Tenía que dejar a Agna en su casa – Digo.

Camino con las manos en los bolsillos aun, me molesta que la gente se crea con el derecho que meterse en mis asuntos y más cuando no les he dado la orden, eso fue lo que hicieron los cinco chicos que se atrevieron a colocar sus asquerosas garras en el cuerpo de mi chica.

Ella es mía.

Ese pensamiento me ha rondado por la cabeza desde que la vi, al parecer mi cerebro lo ha clavado tanto en mí, que ahora no puedo sacarlo de allí.

Me enamoré del chico maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora