9-El plan

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En la mañana, Natsu se encontraba pensando en lo sucedido en la noche anterior. Sentía algo dentro suyo que nunca había sentido antes con tanta fuerza. Por su parte, Kagura también estaba muy pensativa, pero no sobre un plan para atrapar a los bandidos y ladrones, sino lo sucedido anoche en la cual, le costó dormir.

―Ey―saludó el hombre acercándose―¿habéis dormido bien?.

―Si―respondieron los dos.

―La verdad es que...es muy cómoda, la cama de aquí―dijo Kagura.

―Me alegra saberlo―tomó asiento a su lado―se acerca la hora de llevar provisiones y puede que intenten asaltarlo de nuevo.

―Tienes mucha fuerza, ¿por qué no fuiste la otra vez?―preguntó Natsu extrañado.

Este suspiró y dijo que si que fue.

―Los ladrones cada vez mejoran mucho más sus técnicas y usaron bombas que duermen. Por desgracia no tenemos tantos tipos de magia o magos así que resultó imposible defenderse―explicó con tristeza y algo de vergüenza―es por eso que necesitamos vuestra ayuda.

―Claro, ¿cuál es el plan?.

El hombre empezó a contarles todo mientras les enseñaba un pequeño mapa. Las provisiones eran traídas de fuera ya que se trataba de un cargamento comprado a una tienda que hacia mayor descuento que en la propia ciudad donde todo solía ser más caro.

Se reunieron el grupo de aventureros aunque no eran demasiados ya que no querían llamar la atención y de paso capturar con vida a estos para que les dijeran donde estaba la guarida con el resto de suministros.

―¡Tengo una gran idea!―dijo Natsu―puede que funcione.

Al contarles el plan, estos lo miraron un poco dudosos pero Kagura confiaba en Natsu y le dijo que podía funcionar. Estos aceptaron finalmente.

El grupo se reunió a las afueras de la ciudad y tras unas cuantas horas, llegaron al carruaje cargado de todo lo que necesitaban. Elrick se colocó en posición al igual que el resto de sus compañeros. Natsu y Kagura ya estaban preparados.

―¡En marcha!―anunció este.

El carruaje empezó a moverse tirado de caballos y avanzó hacia la capital. Todo iba bien hasta el momento, en silencio, por el sendero marcado mientras miraban a todos lados. 

A falta de diez minutos para llegar, unas cuantas explosiones hicieron que los caballos se alterasen y comenzasen a ponerse agresivos. Era difícil poder controlarlos y luego llegaron otras bombas, pero eran las de sueño. Elrick y sus hombres cayeron de los caballos al suelo.

―Otra vez...ese gas...―pensaba tosiendo antes de caer adormecido por completo.

Los asaltantes salieron de sus escondites y dejaron los cuerpos inconscientes sin matar. No era lo suyo, además de que los asesinatos conllevaban una mayor pena y castigo, de hacerlo, empezarían a acudir muchos más hombres o incluso soldados, un mayor riesgo para una carga tan pequeña como aquella.

Al cabo de unos dos minutos y gracias a una poción que habían tomado, Elrick se despertó junto al resto de sus hombres, respiró aire y miró al resto. El plan había funcionado, o al menos, por el momento parecía que sí.

No muy lejos de la zona donde se hallaba Elrick, en el bosque y cerca de un lugar montañoso, los ladrones iban felices con los caballos y la mercancía. También borraban las huellas que dejaban las ruedas en la arena con algo de magia, básica pero efectiva, de esa forma no podrían seguir su rastro hasta el escondite.

―¡Menuda caza hoy también!―comentaba uno de ellos.

―Si, esos niños se van a quedar sin comer―dijo otro provocando las carcajadas de los demás.

―Ya llegamos, los caballos también podemos venderlos.

Entraron en la guarida y dejaron todo en su sitio para después soltar a los caballos. Eran buenos ejemplares así que les darían un buen precio por ellos.

El grupo de bandidos se reunió y empezó a beber hasta que llegó un hombre.

―Bien muchachos, buena captura, los venderemos y aunque los vendamos a bajo precio...el beneficio siempre estará―todos rieron―también hemos robado a esos comerciantes rivales―por su vestimenta, era un vendedor de la capital.

―Jefe, ¿qué parte nos toca?―preguntó uno.

―Oh, os voy a dar un extra―respondió este provocando los gritos de alegría del resto.

El hombre, bajito, regordete y con barba se acercó hasta una pared. Luego tiró de una antorcha generando el asombro de todos los presentes pues no sabían de la existencia del mecanismo. 

―Aquí tenéis―anunció mientras se abría una trampilla del techo.

Los hombres se horrorizaron cuando cayeron un montón de serpientes venenosas. Luego con un botón oculto, apareció una especie de barrera que impedía a todos los presentes salir. Al estar en esa zona, sin sus armas pues las habían dejado en la entrada, los ladrones tuvieron una muerte lenta y dolorosa.

―Pobres...no sabían que su final estaba tan cerca...al menos han hecho bien su trabajo.

El jefe se acercó al cargamento a examinar todo, estaba lo que necesitaba. Comida, ropa, agua potable...todo lo que uno podía vender por un buen precio. Tanto a aventureros novatos que no conocían el valor de los objetos como a necesitados.

―Con esto ganaré un montón de dinero, esos idiotas pedían demasiado dinero por su trabajo―hablaba consigo mismo―hay más de lo esperado.

Entonces escuchó un ruido y detrás del carruaje aparecieron Natsu y Kagura quienes habían grabado todo con una pequeña bola de cristal. El hombre no comprendía nada, ¿le querían traicionar sus propios hombres a los que él había matado?, ¿se olían la trampa?, no, eso no tenía ningún sentido.

―¿De dónde...?

―Estábamos justo debajo del carruaje, escondidos...ahora tenemos pruebas más que de sobra para encerrarte―respondió Kagura.

―Eso es―Natsu estaba enfadado.

El hombre retrocedió asustado.

―Por favor...clemencia...piedad...

Estos dieron unos cuantos pasos más cuando el hombre abrió la boca y escupió una nube de gas venenoso antes de salir corriendo.

―¿Magia de veneno?―Natsu quemó todo usando su fuego―por los pelos.

―Ha huido―dijo Kagura.

―¡Yo iré, tú avisa a los demás!―ordenó el joven mago saliendo detrás de este.

Kagura salió afuera del escondite y usó una pistola de bengala para que Elrick acudiera al lugar.

Así lo hicieron pues al cabo de poco llegaron todos al escondite. Dentro estaba todo lo que necesitaban, el cargamento robado, los cuerpos, documentos, parte de oro de las ventas de lo robado...

―¿Y Natsu?―preguntó este.

―Ha ido a pararle los pies a ese―respondió Kagura―tranquilo, confío en él―dijo al ver la cara de preocupación de Elrick.

Natsu corría por los pasillos del lugar que eran más grandes de lo esperado.

Continuará...

Acero derretido (Natsu x Kagura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora