1. Proposición rechazada

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Esto no me puede estar pasando, otra vez no, por favor. El caballero sigue esperando delante de mí con una sonrisa esperanzadora para que le dé la respuesta que está esperando, pero me temo que no puedo complacerle.

–Lo lamento, yo...

A él se le cambia el rostro por completo al oír mis palabras y frunce el ceño mientras aprieta la mandíbula con fuerza. Ahora me ha entrado el miedo, no obstante, no pienso dejarme intimidar.

–Solo tiene una opción, piénselo bien –me responde seriamente.

Mentira, yo puedo elegir. Estamos en Bristol de 1825, pero eso no significa que deba comprometerme con el primero que me lo pida, aunque este ya es el tercero...

–Mi decisión está tomada –afirmo armándome de valor–, siento decirle que malinterpretó mis intenciones.

Su semblante se vuelve aún más rígido y se pone rojo de la ira que le está consumiendo por dentro.

–Se quedará sola –concluye antes de abandonar el salón.

Ya puedo suspirar aliviada. No deseo casarme con nadie porque los caballeros de Inglaterra solo buscan esposas para conseguir un heredero y, mientras ellas se quedan en casa, ellos continúan pasando sus noches en los burdeles.

–¡Lily! –grita mi madre entrando a toda prisa.

Suspiro frustrada porque ahora viene una reprimenda.

–¿Se puede saber qué has hecho? –me pregunta enfadada.

–No le quiero, madre.

–¡Me da lo mismo! Ya tienes veinte años y has rechazado tres propuestas de matrimonio, ¿de qué vamos a vivir si no te casas?

–Para eso está Adrien.

Mi hermano mayor, Adrien Barnes, se comprometió hace unos meses y pienso que no debería heredar todo el dinero de mis padres, pues es un holgazán e irresponsable que ignora a su prometida; la pobre me da lástima.

–¡No podemos vivir solamente del dinero de tu hermano! –me chilla de nuevo– Algún día de estos me dará un infarto por tu culpa.

Se sienta en el sillón de nuestro salón mientras se abanica con las manos; lo hace cada vez que rechazo una propuesta matrimonial, con lo cual la situación ya me da risa, pero tengo que contenerme porque sino ella se enfadará todavía más.

–¡Madre! –oigo la voz de mi hermano.

Adrien se acerca a ella con expresión preocupada mientras sigue fingiendo que está mareada, como es habitual cuando las cosas no le salen bien.

–¿Qué disgusto le has dado a nuestra madre para causarle semejante turbación? –me pregunta.

–Ha estado escuchando detrás de la puerta y eso es una falta de decoro –respondo orgullosa de mi contestación.

–Hijo mío, ha rechazado a otro...

Yo resoplo cansada mientras mi hermano me mira con cara de decepción y me recrimina:

–¿Por qué lo has hecho?

Antes de que pueda explicarme, mi madre me interrumpe diciendo:

–Porque no tiene consideración por esta familia, es una egoísta y nos va a llevar a todos a la ruina.

Dios, quiero irme lejos de aquí y jamás regresar.

–Lily, tienes que pensar que tus decisiones no te afectan solo a ti.

–Adrien, tú no lo entiendes.

–Pues explícamelo.

–No es mi culpa que no me guste y, además, yo nunca le he dado ninguna señal para que pensara eso.

ESENCIA DE LIRIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora