–¿Qué acaba de decir? –me pregunta Sir Byron preocupado.
A mí no me salen las palabras y quiero escapar de aquí cuanto antes.
–Hijo, volvamos a la fiesta.
Su padre le coge del brazo, pero el futuro conde se aparta de él y le dedica una mirada fulminante.
–Padre, tenemos que hablar.
La tensión se palpa en el ambiente y yo no sé qué hacer a continuación.
–Señorita Barnes –me dice Sir Byron mirándome con ternura–, regrese al salón de baile.
Yo asiento con la cabeza y me alejo de ellos rápidamente. En vez de volver a la fiesta, salgo al jardín de la casa y veo un banco a lo lejos. Camino hasta ahí y me siento con los nervios a flor de piel. ¿De qué estarán hablando? El futuro conde lo ha oído todo, es decir, sabe que Adrien me pegó. Mi corazón se encuentra agitado, y más todavía cuando diviso a lo lejos una silueta que se acerca.
Sir Byron trae expresión preocupada y, sin decir nada, se sienta a mi lado y deja escapar un suspiro cansado. Nos quedamos unos segundos en silencio que se me hacen eternos hasta que me pregunta:
–¿Fue la noche que la encontré sola en la calle?
Yo asiento con la cabeza y su mandíbula se aprieta, igual que sus puños.
–¿Intentó...?
Él no puede acabar la frase porque se está imaginando lo peor y yo le tranquilizo diciendo:
–Solo me dio una bofetada.
–¿Su padre lo sabe?
–Sí, avisó al conde para que cancelase la boda.
–He hablado con mi padre, pero es demasiado testarudo.
–Lo sé.
Sir Byron deposita su mano en la mía y me dice:
–Siento mucho que tuviera que pasar por eso, ojalá me hubiera dado cuenta antes.
–No fue su culpa.
–Pero podría haber hecho algo para evitarlo.
Yo niego con la cabeza y le explico:
–Aunque lo hubiera impedido sé que mi hermano habría tenido la oportunidad en otra ocasión.
Sus ojos afligidos me miran y, de repente, me acaricia la mejilla suavemente mientras me observa el rostro con detalle. Mi corazón bombea a toda velocidad y no puedo pronunciar ni una palabra. Él me sonríe con dulzura, sin embargo, por su expresión noto que recuerda algo y se aparta al levantarse del banco.
–Deberíamos volver al salón de baile –me dice intranquilo.
–No me apetece, vaya usted si quiere disfrutar de la fiesta.
–No pienso irme a ninguna parte sin usted –contesta mirándome con cariño.
El corazón me da un vuelco y el futuro conde extiende su mano para ayudar a levantarme; yo se la doy encantada y volvemos al interior de la casa.
Llegamos al salón de baile y, a lo lejos, Amalia está hablando animadamente con Cathy. Yo miro al futuro conde para avisarle que voy a ir con ellas, aunque éste ya me ha leído el pensamiento porque me dice:
–Déle recuerdos de mi parte a la señora Martin.
–¿Por qué no se los da usted mismo? –propongo divertida.
–Muy graciosa, veo que su buen humor ya ha regresado.
Yo me río y él me sonríe de oreja a oreja.
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ESENCIA DE LIRIOS
RomanceLily Barnes acaba de rechazar su tercera propuesta de matrimonio, pues no cree que pueda encontrar a un hombre digno de merecerla en la Inglaterra de 1825. Su madre, cansada de la actitud de su hija, decide recurrir a una familia en particular para...