17. La boda

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Llega el día de la boda de Adrien y mi madre nos levanta temprano. Seguidamente, aparecen mis doncellas con unos cuantos vestidos y joyas.

–¿Qué es todo esto? –pregunto somnolienta.

–El conde de Bristol lo ha mandado exclusivamente para ti –exclama contenta mi madre–, así todos verán que la futura condesa es muy distinguida y querrán asistir a tu boda.

–No pienso invitar a gente desconocida.

–Por supuesto que sí, hija. Serás la condesa de Bristol, vendrán todos los aristócratas.

–Es mi boda –me quejo.

–Eso conlleva también el título, por lo tanto, no hay nada que puedas hacer.

Mi madre abandona la habitación y yo bufo frustrada mientras mi hermana me acaricia el cabello dedicándome una mirada compasiva.

–Futura condesa, ¿qué vestido le gusta más? –me pregunta Daphne.

–¿Cómo está tu madre? –recuerdo preocupada.

–Se está recuperando, gracias.

–Me alegra oír eso –sonrío aliviada.

De repente, diviso un vestido de color rosa con bordados de flores y lo agarro con ilusión. A continuación, me visten y me hacen un peinado elegante. Mi hermana se pone su vestido favorito y se deja el cabello suelto para colocarse una tiara. Cuando estamos listas vamos al salón, donde Adrien ya está arreglado y nuestro padre le susurra algo que no logro captar.

–Qué hijas más preciosas tengo –exclama emocionado.

Nos abraza dándonos un beso cariñoso en la mejilla mientras Adrien sigue callado mirando al suelo.

–Estás muy guapo –le dice mi hermana.

Él la mira y responde:

–Tú también, Cathy.

–¿Estás nervioso? –le pregunta.

–Un poco.

Él deja escapar un suspiro intranquilo y sé que mi padre le ha puesto en su lugar, pues aún no me ha hecho ninguna mirada fulminante.

–¡Qué bellos estáis todos! –exclama mi madre apareciendo por la puerta– El conde nos ha mandado un carruaje, ¿a que es maravilloso?

Todos bajamos las escaleras, junto con mis doncellas que me acompañarán por orden de mi madre, y emprendemos el viaje a la iglesia de Bristol. 

Al llegar, nos encontramos a mucha gente esperando fuera y Adrien se va a reunir con su padrino, un amigo de la familia, quien le acompañará al altar cuando empiece la ceremonia. Los demás entramos y yo voy con Cathy a saludar a Alyssa y su familia.

–¡Estás preciosa! –exclama mi amiga.

–¡Tú también!

Saludo a sus padres y su madre me dice:

–Señorita Barnes, sigue igual de bella.

–Lo mismo digo –sonrío.

De repente, a mi amiga se le iluminan los ojos y me giro. Chris viene hacia nosotros con una sonrisa radiante y me hace una reverencia al llegar.

–Chris, gracias por venir –le agradezco.

–A usted por dejarme ser el acompañante de la señorita Murphy.

Alyssa se coloca a su lado y le da un beso en la mejilla.

–Señores Murphy –les saluda él–, encantado de conocerlos por fin.

ESENCIA DE LIRIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora