Me levanto y me pongo un vestido lila bordado con flores rosas. Me hago un recogido para resaltar mis rizos rubios y voy a desayunar.
–Podemos invertir más –dice la voz de mi hermano–, estoy seguro que ganaríamos el doble.
Entro en el comedor y me siento a degustar las tostadas con mermelada mientras Adrien discute algo con mi padre.
–Esperemos a estar mejor económicamente, hijo –contesta éste último–. Es mejor no hacer inversiones con gente desconocida.
–Padre, tiene que confiar en mí.
Por suerte mi padre no es tan inocente para invertir en algo que sabe que acabará en catástrofe.
–Es cuestión de seguridad, Adrien.
–Padre, ya tenemos más dinero y seremos ricos cuando Lily se case.
Alzo la cabeza y clavo una mirada asesina a mi hermano, entonces él me dice:
–El conde de Bristol nos dará una gran suma por ti, ya que hizo un contrato con nuestro padre.
Está hablando como si yo estuviera en un ganado y me fuera a vender para sacar fruto de ello, aunque en otras palabras es lo que está haciendo mi familia.
–Hijo, dejémoslo para más adelante –responde nuestro padre.
Adrien resopla molesto y se termina su plato. A continuación, aparece mi madre con cara de felicidad y se sienta mirándome fijamente.
–¿Qué? –pregunto con la tostada aún en la boca.
–¡Hoy nuestra querida Lily saldrá con Sir Byron! –anuncia eufórica.
Pongo los ojos en blanco, aunque enseguida recuerdo que él no vendrá porque no sabe dónde nos encontraremos.
–No sé por qué te alegras tanto –contesto.
–Porque un pícnic siempre es una buena ocasión para conocerse.
–Madre, te recuerdo que no estaremos solos.
Y ni siquiera vendrá, no sé cómo disimulo la cara de satisfacción que traigo desde que me he levantado.
–Igualmente tendréis que conversar –responde ella–, pues estáis prometidos.
–Es una buena oportunidad para que os conozcáis mejor –añade mi padre.
Yo frunzo el ceño y les contradigo:
–No tengo intención de conocerle más allá de un cordial saludo.
–Será mejor que hagas el esfuerzo –discute mi hermano–, pues en pocos meses viviréis bajo el mismo techo.
–No hace falta que me lo recuerdes cada día.
–Haya paz, hijos míos –nos tranquiliza nuestra madre–. Te he preparado todo lo necesario en una cesta, Lily.
–No tenías por qué hacerlo, Alyssa se encarga de la comida.
–Yo te he puesto los postres.
Suspiro cansada y me termino rápidamente el desayuno para ir a leer un buen libro al salón. Subo a mi habitación y me encuentro a mi hermana aún dormida, así que le doy en la cara con una almohada y ella se queja.
–¡Ay! Lily, déjame dormir.
–¿Prefieres que te despierte nuestra madre?
Ella se levanta de un salto al oír mis palabras y mira en su armario para cambiarse mientras me dice:
–Hoy tienes el pícnic, ¿verdad?
–Sí, tengo muchas ganas de pasar un buen rato con mis amigos.
Ella me mira suplicante y ya sé lo que quiere, pero yo niego con la cabeza y añado:
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ESENCIA DE LIRIOS
RomanceLily Barnes acaba de rechazar su tercera propuesta de matrimonio, pues no cree que pueda encontrar a un hombre digno de merecerla en la Inglaterra de 1825. Su madre, cansada de la actitud de su hija, decide recurrir a una familia en particular para...