22. Carta de amor

42 2 1
                                    

Al cabo de un par de días, me levanto y me visto rápidamente. Camino hasta el comedor, me siento en la mesa y engullo todo lo que puedo del desayuno. Mi hermana aparece con cara somnolienta y le lleno la cara de besos. Ella se ríe y se sienta a mi lado. Seguidamente, entran mis padres y nos dan un beso en la mejilla a cada una. Mi padre me guiña un ojo y me tiende un periódico.

–Léelo –me indica.

Cathy se levanta y se pone cerca de mí para seguir la lectura. Yo empiezo a recitar en voz alta:

El conde de Bristol fue detenido ayer por empezar un negocio ilegal de drogas. Los marineros que trabajaban para él fueron los causantes del robo a la pastelería de los Barnes, a quienes se les proporcionará una gran suma de dinero por todos los daños ocasionados.

Sonrío a mis padres y prosigo:

El conde fue arrestado ayer por la noche en un burdel, donde el posadero confesó que era un cliente frecuente. Por tanto, el compromiso entre Sir Byron y la señorita Barnes queda anulado, pues se ha descubierto que fue un contrato del conde para empezar su negocio sin que nadie sospechara.

Es increíble que hayamos ganado después de todo lo que hemos sufrido.

–¡Qué alegría! –exclamo contenta.

–Ya no tienes que casarte –me dice mi padre aliviado.

–Yo acepto lo que te haga feliz –me comenta mi madre–, aunque hacíais una pareja estupenda.

Yo me entristezco porque me doy cuenta de que amo a Jake, con todo mi corazón. Pero no sé si él siente lo mismo, ya que quería seguir con su vida cuando arrestaran a su padre. Necesito consejo y decido recurrir a dos personas que sé que me brindarán apoyo.

Camino hasta casa de Amalia y, al llegar, pico a su puerta con insistencia. Segundos después, me abre un mayordomo y me hace pasar al salón. Espero unos minutos hasta que mi amiga aparece con una sonrisa de oreja a oreja.

–¡Lily! –exclama contenta.

Nos abrazamos y tomamos asiento en el sofá.

–He leído la notícia en el periódico –me informa.

Yo me quedo callada porque no sé por dónde empezar a contarle todo lo que guardo en mi interior.

–Cuéntame lo del negocio del conde, empecemos por ahí.

–De acuerdo –pronuncio.

Le explico todo lo que Jake y yo averiguamos, pero cuando acabo siento la necesidad de contarle lo que pasó con Archie y cómo el futuro conde me defendió. Cuando acabo de relatarle lo sucedido, ella se lleva una mano a la boca sorprendida y, acto seguido, me abraza con fuerza.

–Lo siento mucho, cariño.

–Gracias, ahora estoy un poco mejor.

–Me alegra oír eso –me sonríe–, eres una muy buena persona a pesar de todo lo que has pasado.

–Se lo agradezco, Amalia.

–¿Cuándo me tutearás? –me pregunta divertida.

–Nunca, usted ya lo sabe.

Ella y yo nos reímos y, a continuación, llega el momento que estaba esperando con ansias.

–Amalia, me he enamorado perdidamente de Sir Byron.

A ella se le iluminan los ojos y responde:

–¡Lo sabía! Seréis muy felices.

–No, me temo que él no quiere lo mismo que yo.

ESENCIA DE LIRIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora