7. Venganza

44 3 1
                                    

Busco entre la multitud a Alyssa para que me dé apoyo, sin embargo, no la encuentro. De repente, diviso a su querido marinero y me dirijo hacia allí con pasos firmes. 

–Señorita Barnes –me saluda con una pequeña reverencia al llegar.

–Hola, ¿sabe dónde está mi amiga?

–Ha ido al servicio.

–De acuerdo, gracias.

Me dispongo a marcharme, pero él me dice:

–No la felicité por el compromiso.

–No hace falta que se moleste.

Él se queda confundido y yo le comento:

–Perdone, es que no me gusta pensar en ello.

–¿El futuro conde no la trata bien?

Su mirada es cálida y confiable, aunque debo ir con cuidado.

–No se preocupe –le tranquilizo–, todo está bien.

–No se aman, ¿verdad?

Es un hombre muy inteligente.

–No se lo diga a nadie, pues poca gente sabe que es un matrimonio de conveniencia.

–No se preocupe, será nuestro secreto.

Me guiña un ojo divertido y eso me saca una sonrisa.

–Se lo agradezco.

–Por cierto, conocí a su padre el otro día.

–¿De veras?

–Es decir, ya lo conocía –me explica–. Lo único que no sabía es que era su padre.

Nos reímos los dos por la forma en la que se ha expresado y miro al frente, donde veo a Adrien conversando de malas maneras con su prometida. Me centro en los que bailan y me doy cuenta de que Sir Byron nos mira fijamente mientras baila con la señorita Singh.

–Ya conoce a mi prima, supongo.

–¿Cómo? –pregunto centrando mi atención en el marinero.

–Usted estaba mirando a la señorita Singh y he supuesto que ya se conocían.

No puede ser que sean familia.

–¿Son primos? –pregunto alucinada.

–Sí, aunque no nos parecemos mucho.

–No se asemejan en nada, usted es agradable y ella es...

Me callo antes de insultar a un miembro de su familia y él me dice:

–No se preocupe, a mí tampoco me agrada demasiado.

–Siento oír eso.

–Pero es parte de mi familia, por lo tanto, siempre estaré ahí para ayudarla.

–Es usted muy amable, incluso con gente que no lo merece.

–Tenemos que aprender a querer a quien no nos agrada, ¿no cree?

–¿Y por qué motivo? ¿Acaso recibirá algo a cambio?

–No, pero si amamos desinteresadamente seremos más felices.

Ese es un buen punto y se ha ganado todos mis respetos.

–Coincido con usted.

Nos sonreímos y alguien me da un abrazo por detrás, cuyo perfume reconozco enseguida. Me giro para ver a mi amiga con un vestido azul que le sienta de maravilla.

ESENCIA DE LIRIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora