Capítulo 3

0 0 0
                                    

– Fenor Lake –

– ¡Haiti! ¡Dame la mano, Haiti!

De nuevo, la misma pesadilla y, de nuevo, vuelvo a fallar. Cada vez que intento salvar a la elfina de su muerte algo me interrumpe y ella se precipita al vacío, escurriéndose entre mis dedos, mientras el mundo se desmorona a mi alrededor y una risa macabra se burla de mi ineptitud.

Una sombra siniestra y monstruosa se esparce entre los edificios que se derrumban a su paso, un cuervo colosal,  formado a partir de millones de vacíos avanza a gran velocidad hacia mí. Preparado para devorarme.

Se que voy a morir.

Desperté de sopetón, hiperventilando y empapado en sudor frío. El corazón golpeaba mi pecho con tal fuerza que parece que alguien estuviese dentro  dándome patadas.

Me hago un ovillo y trato de recuperarme, las sombras de mi alrededor se alzan monstruosas, extendiendo sus deformes brazos para atraparme.

Tengo miedo.

Al rato, logro recuperar mi aliento, y las sombras se atenúan, mi vista se acostumbra a la oscuridad y logro ver cómo si fuese de día, lo que debería ser lo normal, soy elfo.

Cuando me calmo, me recuesto boca arriba y me masajeo el rostro.

Necesito dormir...

El sol aún no ha salido, pero ya debe de ser de madrugada, algo de brisa nocturna entra a través de una pequeña rendija en mi tienda de campaña, quizás sea eso lo que me ha provocado la pesadilla.

Qué más da. Ya no voy a poder dormir. Salgo de mi tienda y dejo que el frío de la noche me invada, sobre nosotros un precioso mar de estrellas lo inunda todo.

Un leve ruido llama mi atención, pero es solo Ari, quién duerme en una pequeña madriguera cavada por ella misma, bajo la tienda.

Ella dice que así está más cómoda, me llamó la atención que la puerta de la tienda estuviese abierta.

Le tengo dicho a Michelle que la cierre por la noche. Entré, pero el interior estaba vacío, el saco de dormir de la humana carecía de dueño. ¿Se puede saber dónde había ido?

Salí y cerré la caravana. Entonces la ví, sentada en una colina, con la vista perdida en el mar. Me inquietaba estar tan cerca de aquella masa oscura que ruge y silva cuando se acerca a la costa.

Orafando la roca y arrastrando la arena con su insesantes embestidas.

El mar es algo aterrador... Me pregunto que seres acecharán bajo las aguas nocturnas.

Avancé hacia la humana, tratando de hacer el menor ruido posible. Ella estaba insimismada, agarrando piedras y lanzándolas al horizonte. Llevaba puestas sus gafas de herrería, aunque ahora el cristal era verde. ¿Desde cuándo lo tenía de ese color?

Cuando estoy a poca distancia, ella repara en mi presencia, pero no me mira.

– Siéntate. – Me pidió dejándome un hueco a su lado. Así que le hice caso. Noté que estaba tiritando un poco de frío, así que la envolví con mi capa tras sentarme a su lado. Se me acurrucó de inmediato... ¿Es que soy su maldita almohada o qué?

– ¿A qué viene el nuevo color de gafas? – Pregunté

– Bonito, ¿eh? – Comenta – Son esmeraldas profundas, una gema enana, si se tratan de cierta forma permiten ver en la oscuridad. Las estoy probando. Y si pulso un botón... – Michelle toca una de las púas de sus gafas, el cristal se eleva dando paso a los cristales de escamas de dragón color rosa.

Fairy Luck : El Corazón del Mar ||Libro 2||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora