Capítulo 8

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– Michelle Smith –

Menuda vista más extraña aquella.

El mar que parecía infinito se cortaba de forma repentina por distintos montículos de tierra que, a priori, no parecería posible que estuviesen allí.

Los montículos de tierra y arena se volvían rocas y, al avanzar, las rocas se volvían islotes y los islotes adquirian el tamaño de montañas. Cubiertas en vegetación y frondosos bosques tropicales.

Jamás había visto árboles como aquellos. Todo envuelto en niebla densa; el calor pegajoso y húmedo de aquel lugar que pegaba la ropa a la piel; el extraño eco del agua y sus olas al chocar contra la crujiente madera; y, por supuesto, el canto de los henues o falsos fenix que volaban sobre nosotros con sus largas colas emplumadas.

Había una sensación tensa, miedo por chocar contras aquellas rocas, aquella trampas invisibles que harían nuestra embarcación añicos. Pero también mágica; como si, tras la niebla, aguardase una increible revelacion.

Uno de los henues cayó en picada, el brillo rojizo en su plumaje se volvió difuso bajo el mar, y emergió con un pescado en su afilado pico mientras agitaba sus patas empalmadas.

– En realidad, el nombre de “falso fénix” es poco acertado. Los henues, en realidad, son antepasados de los fénix. Pero ellos no se extinguieron. – Explicó Feanor trayéndome una especie de tostada con mantequilla, aunque pronto descubrí que era una pasta extraña sabor a miel y canela, no me quejaba – Buenos días, señorita Smith.

– Está bueno... ¿Lo ha hecho Calipso?

– Cocina bien. No entiendo porqué es cazarrecompensas, se podría dedicar a la hostelería.

– Es un poco... Capulla. Pero sí.

– Sí... Tiene pinta de ser... Así. Pero maneja el timón y ella puede respirar bajo el agua, yo no la enfadaría. – Bromeó, logrando sacarme una pequeña sonrisa.

– ¿Cómo estás?

– ¿Eh? ¿De qué?

– Del golpe, atontao. Creo que estuviste un buen rato bajo en agua... Kail-un Dijo que, si no llega a ser por su magia, estarías en coma. O peor. 

– Vaya... Pues dale las gracias de mi parte. – Rió.

De un momento a otro, el elfo, como le solía pasar mucho, últimamente, se quedó mirando al mar, ausente, como si estuviese en otro plano de la realidad. Con una expresión triste y, con cierto, temor.

Pasé mi mano delante de sus ojos, pero no parecía reaccionar. Comenzaba a preocuparme. Lo agité con algo de violencia, logrando despertarle.

– ¡¿Qué haces?! – Protestó.

– Te has quedado ausente. – Murmuré preocupada.

– ¿Qué? – Rió el elfo – No es cierto.

– Sí, si que lo es... Justo después de lo de Krähennest te pasaba constantemente. Pasaste todo diciembre sin problemas y... Otra vez. Es como... Si te quedases dormido, pero despierto.

– No me pasa nada... Solo... Pensaba. – Que mentira tan falsa. Ni siquiera tenía que mirar el imperceptible tic de su ojo para comprobarlo.

– Oye, si vamos a ser un equipo tenemos que ayudarnos... Quiero ayudarte. Pero tienes que admitir que tienes un problema.

– No lo tengo.

Suspiré.

– Vale, como sea. He estado estudiando sobre... Ciencia del ilusionismo. De tu colección.

Fairy Luck : El Corazón del Mar ||Libro 2||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora