Capítulo 4

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– Arthur Wellington –

No recuerdo haber estado tan feliz como cuando me dieron el alta. Pese a haber estado solo un par de días en aquella habitación, se me habían hecho eternos.

Solo con mi silencio y el paso del tiempo.

Los médicos estaban sorprendidos conque pudiese caminar de nuevo tan rápido, aunque aun me costaba y necesitaba hacer uso de un andador.

Por fin podría salir y no estar encerrado en esas cuatro paredes. Pero no me podía olvidar del todo, pues tendría que volver todas las semanas a que me hiciesen pruebas.

No me hacía mucha ilusión, pero bueno.

Salir por la puerta del Memorial's Feline fue todo un acontecimiento. Ver de nuevo aquella imponente ciudad donde los edificios son gigantescos y donde el cielo es cubierto por un árbol del tamaño de una montaña, era especial.

A la salida me esperaba Nath Lake, usando su vestido rojo. Saludándome con foca efusividad pero sin controlar la emoción de sus ojos.

Yo llevaba puesto el uniforme que habían dejado en mi cama aquella mañana. Parecido a las casacas rojas de Brinchexter, pero con la misma trama y textura que las túnicas élficas. Es decir,  parecía hecho de hojas. A mí espalda llevaba colgada la guitarra de Nath. A mi cinto, la espada que Michelle forjó para mí hacia ya cosa de casi un año.

– Mira quién puede caminar ya. – Saludó Nath.

– Ya me aburría ahí dentro. Entonces... ¿Qué hago ahora? ¿Vuelvo a Brinchexter? Uso alguna puerta de Biffrost o algo.

– Mientras te recuperas Brinchexter ha decidido que te quedes aquí. Quieren saber que no te puedes convertir.

– ¿Crees que aún puedo...?

– Rezo a Kail-un porque no. – Exclamó la elfina para si misma y cruzando los dedos – Así que... Cómo tienes que estar aquí... Puedes vivir en mi casa mientras tanto. – Dijo como casi un murmullo, apenas audible. E, inmediatamente, se puso nerviosa. ¿Se puede saber que le pasaba? – Si te parece bien. Hay... Bastante espacio. Dieciséis habitaciones más la casa de invitados. Todas libres.

– No sé, ya has hecho mucho por mí. ¿No hay un hotel o algo?

– Los hoteles son algo muy humano. Pero sí, hay cosas parecidas. Pero siendo humano, dudo que te acepten.

– ¿Eso no es racista?

– No. Más bien es clacista. Depende de tu nivel mágico, y siendo humano tendrías que vivir a las afueras de Krähennest. Con los humanimals. Creo que mi casa está mejor. Ah, por cierto. Carnigan me ha dicho que te dé saludos. Está de misión, y no ha podido venir.

– ¿Misión?

– Paseemos. Mientras te pongo al día. Han pasado muchas cosas y quiero mostrarte algo.

– Por mi bien.

Nath comenzó a caminar con brío, a mí me costaba seguirle el ritmo, cada paso que daba tenía que poner mi andador primero y moverlo a la par  No es que Nath andase especialmente rápido, iba a su paso militar, como siempre. Era yo quien me costaba caminar.

Ella se percató y raléntizo su marcha para ponerse a mi par.

– ¿Quieres que te ayude?

Otra vez esa frase.  Estaba harto de oír esa frase. Se supone que soy un caballero de Brinchexter. Más aún, soy el Héroe de Brinchexter, debería ser yo el que ayudase a los demás. No al revés.

– No...

– Está bien.

Nath permaneció un rato en silencio, pensando en algo de lo que hablarme. Quizás había contestado mal sin darme cuenta... No lo sé.

Fairy Luck : El Corazón del Mar ||Libro 2||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora