Capítulo 2

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– El perdido –

Caminaba sin rumbo aparente, entre los lamentos y los ecos de pesadas cadenas siendo arrastradas en el interior de aquella caverna aislada y desolada.

Era una tierra valdía no crecía nada y nada perecía.

No había luz, pero tampoco oscuridad.
No como tal.

El mismo mundo se descomponía y cambiaba como si de una pintura fresca bajo la lluvia se tratase.

No reconocía donde estaba, pero nada resultaba extraño. Todo era familiar y, a su vez, desconocido.

El tiempo no existía en aquel lugar, ni tampoco el frío o el calor.

Caminaba sobre mis delgadas piernas sombrías, sin hacer ruido alguno, pero sintiendo el gran peso de las cadenas que me ataban a la árida tierra que se disolvía y cambiaba bajo mis pies.

Era imposible saber desde cuándo llevaba caminando.

Era lo único que recordaba hacer.

Recordar... tampoco recordaba.

A mi alrededor, seres monstruosos y pesadilescos, hechos de sombras y sin ojos. Cubiertos por harapos y arrastrando  pesadas cadenas. De sus bocas, abiertas y desencajadas, emergían lamentos llenos de dolor.

Dolor y sonido, en un lugar que carecía de ello.

No podía verme, pero yo era una de esas cosas. Y su destino, fuese cual fuese, era el mío.

Ninguno parecía tener un objetivo claro en su caminar, sino que todos se seguían a todos, retroalimentando su falta de destino y de rumbo.

En aquel lugar cavernoso y cambiante, solo había un lugar que se asemejaba a un destino, a una meta.

Cruzando lo que parecía un puente roto, azotado por un viento huracanado, una especie de velo luminoso e inerte en medio de la nada. Una rasgadura en aquel espacio difuso.

Todas las sombras avanzaban hacia ese lugar, sin cuestionarse que pasaba después, simplemente eran atraídos por la luz. Anhelándola, como si fuese algo que hubiesen perdido.

El puente era vigilado por un gran monstruo alado. Una especie de búho de boca enorme y ojos brillantes que escudriñaban a las sombras con la luz cegadora que emanaba de sus ojos.

Entonces, comencé a preguntarme, ¿por qué era consciente? ¿Existía antes de ese momento o era ahora cuando empezaba a cuestionarme mi propia existencia?

¿Debía estar en ese lugar? ¿O siquiera existía?

Todo parecía un sueño...

¿Sueño? ¿Qué significa sueño? ¿Por qué me es tan familiar?

Por primera vez, aparté la mirada de la luz brillante, para observar aquella caverna que se descomponía y volvía a recomponerse, una y otra vez, sin sentido alguno.

Y en el techo, sombras volaban a gran velocidad, soltando graznidos y gritos ensordecedores. Parecían pájaros, cuervos, pero con un grotesco rostro humanoide que gritaba aterrado en vez de pico.

Las aves se descomponía y caían sobre mí, convertidos en polvo. No caían sobre nadie más, solo sobre mí.

Dejé de avanzar cuando las pesadas cadenas que me ataban cayeron al suelo, dejándome libre. Las sombras pasaron a mi lado, lamentándose, sin percatarse de mi liberación.

Mi mirada se detuvo en una sombra que me observaba desde lo que parecía un risco con su mirada sin ojos. Su cuerpo parecía humano... Fuese lo que fuese la palabra “humano”, parecía una chica joven hecha de sombras con un largo vestido sombrío que se fundía con el paisaje, como si naciese de la misma roca negra.

Fairy Luck : El Corazón del Mar ||Libro 2||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora