OO8.⠀❨ Rojo y azul hacen violeta ❩⠀

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—¡Mierda, Jesse! —se quejó Anthony, arrojando el controlador hacia el centro de la cama, obsevando cómo su personaje muere dramáticamente en la pantalla. —¿Qué te dije sobre apuñalarme por la espalda?

Jesse sonríe sin una sola pizca de culpa, observando cómo el juego se había terminado también para su propio personaje, una vez más ambos terminaron muertos y eliminados de la partida.

—¿Que no lo haga?

—¿Y qué acabas de hacer? —preguntó Anthony, apuntando nuevamente hacía la pantalla plana colgada en la pared frente a ellos.

—Bueno... —se encogió de hombros, sin dar ninguna respuesta y dejándose caer sobre las suaves almohadas de la cama de Anthony.

Son demasiado suaves, tal vez están hechas de seda y plumas como las de los multimillonarios en las películas.

—¡Se supone que debes estar en mi equipo, torpe! —se quejó LaRusso frustrado.

Se levantó de la cama para apagar la consola y volviendo con pasos exageradamente ruidosos de vuelta a la cama, tirándose a un lado de Jesse y colocándose en la misma posición que el rubio, ambos con la mirada en el techo.

Ya se dió por vencido, pensó Jesse bufando.

No era justo, Anthony se la pasaba todos los días jugando ese maldito juego, Jesse no podía ponerse al día con tan solo seis minutos de explicación y cuatro horas de experiencia, además...

—Me prendiste fuego. —recuerda Jesse, acomodando sus brazos detrás de su cabeza y escuchando el suspiro del contrario.

—¡Eso fue un accidente! —Anthony protesta, pateando sin fuerza la pierna de Jesse y él no puede evitar soltar una risa y patearlo en respuesta.

—Ya cállate, se supone que yo soy el llorón no tú.

—¡No estoy siendo un llorón! Pero ese nivel es demasiado fácil, en solitario lo habría pasado en tan solo cinco minutos.

—Pues juega solo.

—¿Y tú qué? ¿Te vas a quedar mirándome? —preguntó Anthony desconfiando, aunque en realidad la idea pareció interesarle ya que se sentó en la cama y sin mirarlo continuó—. Bueno, de todos modos ese es tu pasatiempo favorito, ¿No?

Jesse observó esa sonrisa engreída en el rostro de Anthony y no pudo evitar asentir en silencio.

Para entonces, fue casi inútil hacerle entender que a Jesse en realidad no le gustaba, tal vez porque a cada día, minuto y hora se le estaba haciendo cada vez más difícil dejar de encontrar cosas en Anthony que le gustaban.

Como por ejemplo allí, justo en ese momento, en dónde Anthony se volteó solo para asegurarse de que la broma no había molestado a Jesse, dándole esa sonrisa adorable que se aseguraba de transmitirle que solo estaba jugando.

—¿Estás seguro de que no quieres jugar? —preguntó Anthony, a la par que el celular de Jesse comenzó a sonar.

—Nah, tranquilo. Puede que aprenda un poco más mirando cómo es y eso. —se encogió de hombros Jesse, estirándose para tomar su teléfono de la mesa de luz y mirando quién lo estaba llamando—. Oh, es Andy, espérame un segundo.

Jesse esperó el asentimiento de Anthony antes de levantarse de la cama y acercarse a la puerta, por si Andy pretendía tirar algún comentario vergonzoso, que al menos LaRusso no esté cerca para escucharlo.

—¿Qué quieres? —respondió con aburrimiento, observando como Anthony le hacía señas de que volvería a prender la consola, Jesse le dió un pulgar arriba.

✓ OXYGEN, Anthony LaRussoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora