Miss Veronik

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Cuando Violeta le contó a su madre que había reprobado en su clase de matemáticas, ésta enfureció. Pero no con ella, sino con el profesor o la profesora que se había atrevido a reprobar a su hija. Camila sabía la capacidad de su hija, la había criado ella sola con amor, disciplina y pasión a los estudios. Violeta había sido siempre una chica de buenas calificaciones, no podía ser verdad que había reprobado ¡sobre todo en matemáticas! Debía hablar con la profesora lo más pronto posible.
-Mamá, no me avergüences, ya no soy una niña. Voy en la preparatoria...
-Tonterías, Violeta. Debo hablar con ese profesor...
-Es profesora.
-Con esa profesora-Repuso Camila. - ¿Cómo se llama?
-Veronik.
Camila sintió que el corazón le daba un pequeño vuelco. "Veronik..." pensó. "No puede ser la misma... ¿o sí?"
En su mente osciló el recuerdo de una melena anaranjada, y unas dulces pecas debajo de un par de gafas que parecían reflejar la luz del sol.
Respiró hondo y miró a Violeta.
-Bien...iré a hablar con Miss Veronik.

Al día siguiente, cuando Violeta salió de clases y se adelantó a casa para evitarse la supuesta vergüenza que su madre le haría pasar, Camila pidió hablar en privado con la profesora Veronik. La llevaron al cubículo personal de la profesora, y allí, Camila tocó a la puerta. Se sentía ligeramente nerviosa. "Tal vez no es ella" pensó, tragando saliva y oyendo cómo la voz del interior le decía "pase".
Camila respiró profundo y entró. Del otro lado, sentada tras un escritorio, se encontraba una mujer de cabello largo  anaranjado, con la piel blanca adornada con pecas, anteojos sobre los grandes ojos verdes y un destello de sorpresa en la mirada. Camila se dio cuenta de que se trataba de la Veronik que recordaba, y Veronik, al ver a Camila, la reconoció de inmediato. Alta, morena, de cabello negro crespo y ojos felinos. Sintió que se le hacía un pequeño nudo en la garganta.
-¿Camila?-preguntó, mirándola con los ojos bien abiertos.
-Me da gusto volver a verte...Veronik...lástima que sea en esta situación.
-Dios, cuánto tiempo ha pasado...siéntate ¿cómo has estado?-Sonrió Veronik, y entonces Camila asintió, tomando asiento frente al escritorio.
-He estado bien-Contestó. -Me aloqué una noche, me embaracé, tuve a Violeta...y soy instructora de gimnasio. La vida es buena.
Veronik soltó una risita y asintió.
-Me da gusto, Camila.
- ¿Y qué hay de ti?
-Pues...estudié matemáticas, heredé el puesto de mi madre y ahora doy clases aquí...asumo que la vida también es buena.
Camila sonrió, la vida en verdad las había llevado por los caminos que habían planeado en la preparatoria.  Recordaba cómo Veronik alardeaba siempre que sería matemática y que daría clases. Camila siempre se burló de ella, diciéndole que eso la condenaría a ser siempre una nerd.
-Veo que no me equivoqué-Dijo Camila, pensando en voz alta.
-¿Perdón?
-Digo...en la preparatoria eras una nerd...y ahora, casi veinte años después, sigues siéndolo.
Veronik se ruborizó, frunciendo el ceño en un gesto de molestia. Los recuerdos que tenía de Camila eran diversos. La recordaba molestándola siempre, acompañándola a casa y encontrándose con ella en los baños, donde siempre terminaba con la ropa interior estirada, los labios entumecidos y la humedad perlando su entrepierna.
Jamás imaginó que se separarían por tantos años. Mucho menos que la volvería a encontrar en esa situación. Pero lo supo, lo sabía apenas inició el curso y leyó el apellido de Violeta. Pensó que sería una coincidencia, pero al ver a la chica, se dio cuenta de que era el vivo retrato de Camila.
Los recuerdos de su juventud le quitaron el aliento al ver a Violeta. No había duda de que era hija de Camila.
Y la única forma de llegar de nuevo a ella era reprobándola.
Ahí estaban ahora, todo había salido de acuerdo al plan.

-Soy una profesora-Repuso Veronik, tratando de disimular lo mucho que la había sobrecogido aquella afirmación de Camila. -Y hoy has venido a hablar por tu hija, ¿no es así?
-Sí-Dijo Camila, con seriedad. -La has reprobado, y eso me parece absurdo, Violeta es muy inteligente, sobre todo en matemáticas.

-Y sin embargo reprobó. Son cosas que pasan, Camila-Suspiró Veronik, notando cómo los ojos de la mujer se ensombrecían ante el creciente enojo. Veronik sintió que se le secaba ligeramente la garganta y que un pequeño revoloteo en el estómago se hacía presente. 

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⏰ Última actualización: Aug 12 ⏰

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