Capítulo 7

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Tras el horrible suceso del cumpleaños de Hadrian, insistió a su madre para que diera más importancia a sus clases de defensa. No conocía prácticamente ningún hechizo que pudiera ayudarle si alguien conseguía entrar de nuevo en su habitación. Su ignorancia le había costado la vida a Serpens, y no volvería a ocurrir. Ella había intentado rechazar su petición porque no creía que nadie volviera a intentarlo y definitivamente no pasarían la seguridad extra que su señor había colocado en la mansión. Sin embargo, después de que Harry la amenazara con informar a su señor de que no le dejaba aprender como le ordenaba su contrato, cedió. Y Severus se convirtió en su tutor de Defensa contra las Artes Oscuras.

Trabajó los hechizos de la misma forma que enseñó pociones y herbología a Hadrian. Repasaron el plan de estudios de primer año, lo que les llevó muy poco tiempo, ya que Harry había leído su libro de texto antes de que le dieran su varita, antes de que le enseñaran el lado más ligero de las artes oscuras. Había gafes antes que maleficios antes que maldiciones, y Severus se negaba a enseñarle maldiciones hasta que tuviera al menos dieciséis años. Entonces sería capaz de manejar el uso de magias más oscuras sin dejar que lo controlaran.

Cuando cumplió doce años, Hadrian fue instruido en los otros cursos que, según le dijeron, estaban en su contrato. Encantamientos y Transfiguración se los enseñó Narcissa, ya que ella ayudaba tanto a Hadrian como a Draco cuando él volvía a casa durante el verano. Trabajó con Fenrir Greyback para estudiar Astronomía después de que intentaran que Lucius le enseñara y él se negara a presentarse a las clases. Era imposible estar cerca de aquel hombre, y después de verle mirar a Draco por encima del hombro y hablarle tan irrespetuosamente era una lucha no utilizar los maleficios que Severus le había enseñado.

-Nadie es mejor en Aritmancia y Runas Antiguas que nuestro señor y los O.W.L.s son exámenes escritos, así que ha aceptado el deber de corregir tu trabajo si estudias de tus libros de texto-. Su madre sonrió.

Aquella parecía su mejor oportunidad de aprender algo. Su señor le enviaba tareas de capítulos para leer y redacciones para escribir, y luego le enviaba notas y críticas de aspectos a mejorar. No había notas con un toque personal, como que esperaba volver a ver pronto a Hadrian o que aguardaba el día de su boda con la respiración contenida. No había nada que calmara los temores de Hadrian de estar en el lugar de Narcissa algún día.

En su tiempo libre, continuaba con su lectura. Greyback le traía novelas cada vez que le iba bien en los estudios, dándole acceso en secreto a historias de amor, sexo y seducción para que aprendiera cosas para mejorar su vida como marido del Señor Oscuro. Le sonrojaba pensarlo, pero tras alcanzar la pubertad y comprender cómo funcionaban estas cosas, se sintió agradecido. Lo suficientemente agradecido como para pedirle a Greyback que localizara libros que le ayudaran con su situación actual, ya que ni él ni su señor tenían las partes femeninas necesarias para hacer el amor de esa manera. Él accedió encantado, cualquier cosa con tal de disgustar a su madre.

También se le permitió aprender un instrumento o dedicarse a otro pasatiempo de su elección. Sabía que era parte de su contrato, pero la pequeña libertad era un cambio bienvenido. No tenía ánimos para continuar con otras asignaturas que no fueran las requeridas, ya estaba seguro de que se rompería por el esfuerzo. El piano se convirtió en un gran consuelo, y a medida que aprendía a tocar también aprendía a escribir. Y con ello, cantaba. En ello encontró consuelo para sí mismo y para su tía, aliviando los problemas de la vida de ambos, aunque sólo fuera un poco. Y fortaleció su mano dibujando, mejorando lentamente con el tiempo.

En junio del decimocuarto año de Hadrian, estaba listo para presentarse a las oposiciones. Sólo en Runas Antiguas y Aritmancia obtuvo un sobresaliente.

-Lo siento, mi dulce Harry. Este año no pasaremos tu cumpleaños juntos-, sonrió su padre, su madre parecía casi llorando a su lado.

-¿Puedo preguntar por qué?-.

-Lo celebramos el día anterior-, su madre frunció el ceño. -Tu cumpleaños lo pasarás con nuestro Señor. Tiene muchas cosas que decirte y enseñarte de nuestro mundo y cómo funciona-.

La idea le chocó. Era la primera vez que Hadrian oía que su señor quería pasar tiempo con él, enseñarle algo personalmente y cara a cara. No había visto a su señor en años, no desde el ataque y sus palabras contra él. Decididamente, Hadrian planeaba que ese fuera su primer paso, disculpándose por el error de aquellas palabras. Y esperando que el perdón hiciera más llevadero su matrimonio. Tal vez incluso podría tocar para él, una de las canciones que había empezado a escribir. No estaba seguro de por qué quería lograr el afecto de su señor cuando había escuchado de muchos otros que el Señor Tenebroso no era capaz de amar a otro. Pero quería su amor, y la oportunidad de amarlo a cambio. Como el señor Knightley y Emma, del libro de Austin que había etiquetado como favorito años atrás. El hombre que estaba a su lado, viéndola crecer y enamorándose tanto de ella que tenía que decírselo. Era un pensamiento infantil, pero él tenía casi quince años. Era un niño.

El día anterior a su cumpleaños parecía estresante para todos menos para él. Bellatrix y Rodolphus no decían nada de sus preocupaciones, pero Hadrian conocía a sus padres lo suficiente como para ver la fuerza detrás de la sonrisa de su madre mientras daba órdenes a los elfos domésticos en un intento de que todo fuera "perfecto". Su padre no paraba de hablarle de cosas aparentemente aleatorias. El tiempo fue el punto de ruptura de Harry, que se escabulló en busca de su primo.

-Vaya fiesta-, dijo su primo.

-Lo sé, las tuyas son más grandes y grandiosas. No le veo sentido, en realidad no es mi cumpleaños hasta mañana-.

Su primo hizo una mueca, mostrándole a Hadrian que sólo recordaría dónde pasaría su verdadero cumpleaños. Parecía que a nadie le entusiasmaba la idea de que pasara su cumpleaños aprendiendo de su señor y pasando un necesario tiempo a solas con su prometido. Seguía sorprendiéndole que su madre pudiera ser tan despiadada y comprometida con su señor, pero aún así mostrara dudas sobre cualquier cosa que implicara a su hijo.

-¿Puedes prometerme algo, como tu primo y básicamente el único amigo que tienes?-.

Hadrian rió -Fenrir también es mi amigo, pero supongo que al menos puedo dejar que preguntes. ¿Qué quieres?-.

-Por favor, cuida tus palabras. Cometí un error al hablar fuera de turno y él usó la maldición cruciatus. Sólo, vuelve de una pieza-.

Hadrian no era tan ingenuo como para suponer que el Señor Tenebroso no le haría daño sólo porque se suponía que iban a casarse, y muy probablemente dentro de unos años si Harry seguía progresando como lo estaba haciendo. Si se salía de la línea, o incluso si su señor sentía el deseo de hacerlo, podría encontrarse bajo una multitud de maldiciones antes de regresar a casa. Pero era debido a esta falta de ingenuidad que se sentía algo preparado para ver a su señor. Habían tenido pocos encuentros, pero estaba claro cómo debía ser respetuoso. Podía manejarse con su señor y regresar lo más ileso posible.

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