Nuevos comienzos

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Kevin

La mañana brillaba con la intensidad del sol en el campo de entrenamiento del Club América. Los compañeros de equipo se congregaban, cada uno listo para enfrentar el día con determinación. Me coloqué la camiseta con el dorsal 5, sintiendo la responsabilidad que llevaba en cada número.

— ¡Kevin, bienvenido al América! —gritó Emilio, uno de los defensas del equipo, mientras me daba una palmada en la espalda.

— Gracias, Emilio. Estoy emocionado de formar parte de esto —respondí, sonriendo con anticipación.

El entrenamiento comenzó con una intensidad palpable. La pelota se desplazaba de pie en pie, y las voces resonaban en el campo. En medio de la acción, entablé conversaciones con mis nuevos compañeros, tratando de conocer sus estilos de juego y forjar vínculos en el terreno de juego.

— ¡Kevin, por aquí! —gritó Bryan, señalando hacia el espacio disponible para un pase.

— ¡Bien visto, Bryan! —contesté, lanzando el balón con precisión.

Los diálogos se entrelazaban con el sonido del tachos golpeando el césped. Entre jugadas y risas, la camaradería se consolidaba. A pesar de la intensidad del entrenamiento, la sensación de unidad estaba presente.

Al final del día, nos dirigimos al vestuario, donde las bromas y anécdotas continuaron. Mientras compartíamos experiencias y expectativas para la próxima temporada, sentí que la conexión con mis compañeros de equipo crecía, construyendo las bases de lo que sería una hermandad futbolística.

— ¡Gran día, chicos! —declaró Henry, el capitán del equipo, levantando la moral del vestuario—. Juntos vamos a lograr cosas grandes esta temporada.

Asentí con determinación, sabiendo que estos nuevos compañeros y yo estábamos destinados a enfrentar desafíos y celebrar triunfos juntos. Los primeros pasos en este nuevo capítulo no solo representaban un cambio de equipo, sino la construcción de una familia futbolística que perseguiría la grandeza en cada partido.

Mientras me dirigía a casa, el sol poniente pintaba el cielo de tonos cálidos. A pesar de la emoción del día, la sombra de la ausencia de Melissa persistía.

Al llegar a casa, me sumergí en el silencio de mi realidad cotidiana. El aroma a hogar contrastaba con la soledad que se cernía sobre mí. Mientras me quitaba los tenis, reflexionaba sobre cómo este nuevo comienzo en el América también era un viaje personal, una travesía para reconciliarme con mi pasado.

Decidí darle a Melissa el tiempo que necesitaba para sanar. Mi corazón anhelaba el día en que pudiera explicarle cada razón, cada decisión que me llevó a este punto. Cerré los ojos, visualizando un futuro donde las heridas del pasado habían cicatrizado y un nuevo capítulo nos esperaba a ambos.

Con la determinación de construir mi carrera en el América y reconstruir lo que una vez compartimos, me sumergí en la cotidianidad de la vida diaria. Cada día era una oportunidad para crecer, aprender y prepararme para el momento en que la puerta de la comunicación y la comprensión se abriera nuevamente entre nosotros.

Así, mientras el sol se ocultaba en el horizonte, me sumía en la certeza de que el tiempo sería mi aliado, guiándonos a ambos hacia un reencuentro que esperaba, traería consigo la posibilidad de recobrar el amor que había perdido en el camino.

TU FAN || Kevin Álvarez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora