VII

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La predecible rutina de la vida cotidiana de Bath comenzaba a hacer estragos en el ánimo de Jimin.

La lluvia había cesado, si bien el cielo seguía cubierto de nubarrones negros, y tras un día de ausencia habían regresado a la Sala de la Fuente para el habitual paseo matutino.

No había ninguna cara nueva, a decir verdad, a menos que se tuviera en cuenta a la marquesa de Min y a su hija.

El marqués y lady Potford estaban con ellas.

Jimin comenzó a dar un paseo con Charl y se detuvo a hablar con el señor Eston y con una de las señoritas Darwin (no tenía muy claro con cuál), y después hizo lo mismo con la señorita Carbret y su hermana.

El conde de Willett se acercó a ellos y se colocó entre ambos hasta que llegaron junto al grupo del marqués, que se encontraba cerca de uno de los extremos de la estancia.

Recordó casi con nostalgia la mañana que se acercó hecho una furia al marqués y exigió que lo echaran de la Sala de la Fuente y de la ciudad de Bath.

La vida parecía emocionante en aquel entonces… y parecían haber pasado siglos desde aquel momento.

—Me encanta el corte de su traje, lord Jimin —⁠dijo la marquesa después de los saludos de rigor. Entretanto, el marqués, con expresión sobria y respetable esa mañana, le guiñó un ojo con disimulo y lo hizo hervir de indignación⁠— Debe decirme quién es su modista y qué establecimientos debería frecuentar en Bath. Vamos a pasear juntas.

Lo cogió del brazo, recostándose pesadamente en él como si fuera una inválida que acabara de levantarse del lecho, y lo apartó de los demás.

—Soy la persona menos indicada para consultas en temas de moda, milady —⁠replicó Jimin— Y no frecuento ningún establecimiento en Bath. Ir de compras es sin duda alguna el pasatiempo más tedioso jamás inventado. Lo aborrezco y lo evito siempre que puedo. Sería mejor que buscara el consejo de lady Holt-Barron o, incluso, el de su hijo.

—¡Caray! Pero es con usted con quien quiero hablar —⁠protestó la marquesa.

Eso era interesante, pensó Jimin, que saludó con una inclinación de cabeza a una pareja de ancianos a quienes conocía.

Y habría apostado cualquier cosa a que sabía lo que se avecinaba, aunque supuso que a su acompañante le llevaría cierto tiempo llegar al quid de la cuestión.

¡Qué divertido!

Tenía que prestar atención para reproducir con exactitud la conversación cuando le escribiera a Kook.

—Me siento halagado, señora —⁠replicó.

—Le agradezco que se quede en Bath un tiempo, lord Jimin—⁠dijo la marquesa⁠— Me he dado cuenta de que no hay muchos jóvenes de rango social adecuado para hacerle compañía a Min.

—Su gratitud es innecesaria —⁠replicó⁠— No he venido a Bath para acompañar al marqués Min. Vine para hacer una visita a mi amigo, el joven Holt-Barron.

La dama se echó a reír con disimulo.

—Min está disfrutando de la compañía de mi querida Constance —⁠le aseguró la marquesa⁠— Creció en Penhallow con sus primos después de la trágica muerte de sus padres, que tuvo lugar cuando era muy pequeño. Los adoraba, igual que ellos a él. De hecho, su tío y yo olvidábamos con frecuencia que no eran hermanos.

Esa vocecilla quejumbrosa estaba crispándole los nervios.

Ojalá lo soltara de una vez y le enseñara las garras.

леко скандално YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora