XI

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Dos días después Yoongi cabalgaba muy a su pesar por el camino real entre el numeroso séquito de cocheros con librea, lacayos y jinetes que escoltaban el carruaje de Su Excelencia y el del equipaje durante el trayecto a Lindsey Hall en Hampshire.

¿Quién habría predicho la extraña secuencia de acontecimientos que lo había llevado hasta ese punto?

No tenía muy claro si debía estar temblando de miedo o desternillándose de la risa.

Claro que no era un hombre dado al miedo.

Además, ver que los habitantes de cuanto pueblo dejaban atrás los miraban asombrados entre apresuradas reverencias o saludos respetuosos y que los cocheros de cuanto vehículo se encontraban se hacían a un lado del camino hasta que la comitiva pasaba había resultado graciosísimo.

Si quería, él también podía obtener tamaña deferencia.

Era el marqués de Min, después de todo.

La idea tenía su mérito…

Deseó poder compartir la broma con «su prometido».

Sin embargo y en contra de su naturaleza según sospechaba, lord Jimin iba con el duque en el carruaje.

Además, estaría tan acostumbrado a viajar de ese modo que no le vería la gracia.

Se preguntó de qué estarían hablando.

Probablemente de nada, o tal vez del tiempo o del paisaje.

Park no había vuelto a mencionar el compromiso desde hacía dos noches.

La idea de llegar a Lindsey Hall le provocaba cierta alegría.

Bien era cierto que estaba abocado al matrimonio hasta que lord Jimin decidiera liberarlo, a su debido tiempo.

Se encontraba por completo a su merced.

No obstante, era un doncel que siempre jugaba limpio, aunque lo hiciera sin compasión, o eso creía.

Además, el doncel en cuestión tenía los mismos deseos de casarse con él que los que él tenía de casarse.

Aparte de todo eso, le caía bien.

Aún no se había cansado de su compañía.

Al contrario, encontraba su conversación, su ingenio y su temperamento tan estimulantes como los de cualquiera de sus amigos.

Y también lo encontraba de lo más atractivo.

Tal vez demasiado atractivo.

Iba a tener que andarse con cuidado durante los días o semanas o el tiempo indefinido que tuviera que pasar en Hampshire.

Llegaron a Lindsey Hall a media tarde.

Traspusieron la verja de entrada a la propiedad y enfilaron la larga y recta alameda.

La mansión no tardó en aparecer frente a ellos.

No era ni medieval, ni jacobita, ni georgiana ni de ningún otro estilo arquitectónico definido.

Era una mezcla de varios estilos y a todas luces una mansión que llevaba generaciones en la familia y que había sido «mejorada» y ampliada en numerosas ocasiones.

El resultado era sorprendentemente imponente e interesante.

La avenida se bifurcaba no muy lejos de la mansión para rodear un enorme jardín circular con una fuente de mármol en el centro.

леко скандално YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora