10 - En El Paraíso - Parte I

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Alejandra se sentía como si estuviera en un capítulo de la dimensión desconocida, incapaz de creer lo que estaba viviendo. Encontrándose ahora en un vuelo con destino a la ciudad de Miami. Lo único cierto en ese momento era la presencia de Rafael durmiendo tranquilamente a su lado, y la expectativa de tomar otro vuelo hacia su destino final.

Alejandra, sentada en el avión, repasaba en su mente la conversación acelerada que había tenido con Rafael justo antes de abordar. Todo había sucedido tan rápido que apenas había tenido tiempo de procesarlo.

"Rafael, ¿está loco? ¿Cómo nos vamos a ir así de repente?" había preguntado, con un tono de incredulidad y sorpresa.

"No, doctora, este viaje lo había planificado sumercé antes del accidente. Iba a ser mi sorpresa de cumpleaños", le explicó Rafael, tratando de tranquilizarla.

"Ah, por eso saco los pasaportes del cajón... y el misterio con mi tía", Alejandra empezaba a unir las piezas.

"¿Y qué hace sumercé escuchando conversaciones ajenas? Además, usted pensó que nos lo merecíamos, porque nuestra luna de miel fue corta, por el trabajo en la hacienda", añadió Rafael.

"Por eso. ., ¿y la hacienda? ¿Y todos nuestros compromisos?" Alejandra aún no podía dejar de preocuparse.

"¿Sumercé cree que en los pocos días que estaremos fuera, las cosas en la hacienda van a empeorar? Además, Milena nos va a ayudar y se quedará en la casa mientras estamos fuera", Rafael intentó calmar las preocupaciones de Alejandra.

"Fue Isabela quien me dijo lo del viaje y de la sorpresa que sumercé me tenía...", añadió. Después de un suspiro, Rafael tratando de contener sus emociones, y con un brillo en los ojos le dijo: "Y me contó que usted lo planificó todo con mucha ilusión, porque quería darme la sorpresa".

La revelación de Rafael resultó ser el momento clave para Alejandra. A pesar de las incertidumbres que revoloteaban en su mente, el saber que ella había organizado este viaje con tanta ilusión antes de su accidente, junto con ver la emoción y expectativa en los ojos de Rafael, le movió sus emociones.

Además, Alejandra aún sentía en sus labios el eco de los besos compartidos con Rafael unas horas antes. Esos momentos, tan intensos, seguían reviviendo en su mente, como si estuviera en un trance. Para ella, estos besos poseían la frescura y la emoción de los primeros besos de una pareja, ya que sus recuerdos de la vida pasada se habían desvanecido tras el accidente.

Esa mezcla de sentimientos hizo que Alejandra dejara de lado sus dudas y se sumergiera en la aventura. Con una sensación de anticipación y un latido emocionado en su corazón, se embarcó en el avión rumbo a un destino aún desconocido, un viaje que había sido concebido como un regalo para Rafael pero que, en aquel instante, se transformó en una oportunidad para explorar y redescubrirse el uno al otro.

Al descender hacia la pista de aterrizaje, Alejandra se quedó embelesada ante el panorama que se extendía ante ella: las aguas azules y cristalinas del mar rodeaban la isla, su próximo destino, como un vasto y brillante manto. La belleza del mar Caribe, con sus tonos que iban desde el turquesa hasta el azul profundo, era una visión impresionante.

La jornada había sido extensa. Habían pasado alrededor de 10 horas desde que partieron de Bogotá, incluyendo la escala en Miami, y finalmente el vuelo hacia la isla de Santa Lucía. Pero a pesar del cansancio del viaje, la vista que Alejandra tenía ante sí le infundía una sensación de asombro.

Al desembarcar del avión, Rafael inmediatamente notó a una mujer de pie, sosteniendo un cartel que decía "Alejandra Maldonado", con el nombre "Jade Mountain Resort" justo debajo. Señalando a la mujer, le indicó a Alejandra su presencia.
Alejandra tomó la iniciativa y se acercó a la mujer, hablando con ella en inglés. La mujer, con una cálida sonrisa y una actitud profesional, les indicó que la siguieran.

HQLPNS - Cuando Regreses a MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora