El mago y su compañero retrocedieron. La marea subía rápidamente, comenzando a filtrarse entre las rocas, empapando las suelas de sus zapatos. Ambos se apresuraron para adentrarse en la caverna, mientras que detrás de ellos emergía una inmensa ola que se movía en su dirección. Corrieron cuidando de no tropezar, pues el suelo húmedo hacía resbalar sus pies de vez en cuando. Una caída podría significar ser arrastrados por el agua hacia su perdición.
Caminaron por un puente de metal similar al que Alex había cruzado para llegar al patio de la cecaelia, viendo por debajo de ellos, en el fondo de un abismo que se llenaba rápidamente de agua, una inmensa figura que se sumergía en las profundidades, haciéndose casi indistinguible por la espuma que la cubría, aunque ambos amigos sabían de lo que se trataba.
—¡No se detenga, Johnson! —dijo Alex—. ¡Vamos!
Continuaron avanzando por un pasadizo estrecho, en el que el agua se le dificultaba penetrar, moviéndose entre unas paredes que apretaban sus cuerpos cada vez que intentaban girar de un lado a otro, llegando así a una escalinata de piedra que terminaba en una vieja puerta de metal, donde dos selkies les esperaban.
—Preparen todo —les ordenó Johnson—. Díganle a las demás que se mantengan alerta.
Las selkies asintieron y abrieron la puerta de metal, deslizándose hacia su interior, dejándola abierta para permitir el paso de los dos hombres.
—Después de usted —dijo Johnson, haciendo ademán al mago para que entrara. Él hizo caso y se adentró en un túnel seguido por Johnson, avanzando en línea recta hasta llegar a una nueva caverna iluminada sutilmente por una tenue luz solar que provenía desde una ranura ubicada en el techo, aunque se asemejaba más al halo espectral de la luna al estar el cielo sumido en tinieblas. Desde ahí miraron la laguna ubicada en el centro de la caverna, donde se reflejaba la luz proveniente del exterior y cuyas aguas comenzaban a agitarse.
—Agáchese —dijo Alex a Johnson, manteniéndose detrás de un conjunto de rocas repletas de sal, mirando desde sus extremos lo que sucedía delante de ellos. Primero emergió desde las aguas la cecaelia Elisa, mirando alrededor, buscando señales de peligro las cuales no tardaron en llegar. Un remolino se formó delante de ella y desde su centro se alzó la figura de la horrible serpiente, con ojos encendidos en una luz azul celeste, cuerpo oscuro y brillante por la humedad que lo cubría y una inmensa boca en forma de sonrisa que soltaba un líquido verde y viscoso desde sus alargados y filosos dientes.
—ELISA —habló la serpiente con una voz ensordecedora— POR FIN NOS CONOCEMOS
—Kai-Kai Vilú —respondió la cecaelia—, es usted muy osado al venir a mi hogar sin avisar antes. Debió ser un viaje largo y pesado. ¿Se le ofrece algo para recuperar sus fuerzas?
La serpiente se carcajeó, salpicando su repugnante saliva por todos lados.
—NO... NO PODRÍA SENTIRME MEJOR. AHÓRRATE TU HOSPITALIDAD, ELISA. SABES BIEN POR QUÉ ESTOY AQUÍ. EL HADA ROJA ESTÁ FURIOSA CONTIGO Y TU MANERA DE ACTUAR. LE HAS DESOBEDECIDO.
—Me temo que no sé de lo que hablas.
—NO SEAS ASÍ. SABES BIEN QUE ÉL TE ORDENÓ ELIMINAR A DOS MAGOS Y TÚ EN VEZ DE ESO DECIDISTE DARLES ALIMENTO Y REFUGIO. TENEMOS OÍDOS EN TODAS PARTES, ESO TAMBIÉN LO SABES BIEN. Y MÁS CUANDO YO PROTEJO LAS AGUAS Y LO QUE HAY EN ELLAS, MIS INFORMANTES MARINOS ME HAN HABLADO DE TI Y LO QUE HAS HECHO ÚLTIMAMENTE.
—¿Ah, sí? ¿Y con quién hablas tú? Porque las únicas criaturas marinas que hay por esta zona son las que vivían aquí antes de que tú las espantaras con tu presencia. A mi parecer no te respetan mucho que digamos.

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Temporada de Sombras
FantasíaUn antiguo mal, presente en Londinium desde hace tiempo, se ha levantado. Alexeí Watson, un mago inquisidor, siente como este se eleva más con cada día que pasa. Los seres feéricos están aterrados y criaturas que se creían abandonadas en las tinieb...