METANOIA | Percy Jackson

¿𝕿𝖊 𝖈𝖔𝖓𝖔𝖟𝖈𝖔?

⊱───────DO I KNOW YOU?───────⊰

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C H A R L I E

— ¡ME PUEDES EXPLICAR, ¿CÓMO ES QUE CASI MUERES EN EL RÍO?!

Resoplé escurriendo mi cabello, escuchando el reclamo Conan, que caminaba de un lado a otro sujetando su cabeza, negando.

— Te deje sola una hora. ¡Una! ¿Acaso estás loca?

Frank hizo una mueca a mi lado, abriendo la boca.

— No lo digas, Shang —refuté.

Cerró su boca de golpe.

— ¡Gorgonas! ¡Grace, gorgonas! —Hice una mueca. Solo me llamaba por mi apellido cuando se encontraba furioso—. ¿Qué no has aprendido que si ves peligro debes huir? ¡Huir! —gritó moviendo sus brazos. Estábamos en la enfermería, en el pequeño cubículo de Conan, aquel que le dejaron por graduarse con honores. Es todo un niño genio—. ¡Te enseñé a nadar hace años! Garra, patada, ¿recuerdas?

— Bueno... —hizo en amago de hablar el canadiense, pero fue callado por la mirada del moreno.

— ¡Y tú, chino!

— Soy chino canadiense —defendió, ofendido.

— ¡Lo que seas! ¿No pudiste salvarla?

Miré el cuarto para evitar mirar a mi amigo. El piso es blanco y de azulejo, con una camilla verde y varias sillas acolchonadas del mismo color. Al fondo hay una gran ventana con un vitral en forma de sol y debajo un escritorio oscuro con muchos documentos esparcidos. A la izquierda está el perchero dónde Conan aventó su bata al llegar y de lado opuesto un gran mueble con demasiados cajones.

— ¡Había dos manos! ¿Has nadado con dos manos gigantes controlando el agua? ¿No? ¡Pues nosotros sí!

Ah, y un esqueleto de metro y medio de plástico con el que jugaba.

— ¿Manos...? —preguntó Conan en mi dirección. Alcé la mano de mi nuevo amigo sacudiéndola.

— Eh... sí. Grandes y de agua, capaces de matar gorgonas en segundos.

Le tembló un ojo a Conan.

— ¡Suelta eso! ¡¿En qué estabas pensando?! —exclamó, arrebatándome la mano del muñeco. Sentí mis ojos humedecerse—. ¡¿Acaso estabas pensando?!

Frank se levantó y colocó frente a mí en modo de protección.

— Conan, debemos calmarnos un poco. Charlie hacía su deber...

— No te metas, Zhang... —murmuró Conan tallando sus ojos.

— Y me meteré porque lo hizo por defenderme —prosiguió—. Ella me salvó la vida. Arriesgó su vida por mí.

Las palabras de Frank no parecieron tranquilizarlo, fue todo lo contario. La primera lágrima desbordó de mi ojo y la saqué con rapidez.

— ¡Arriesgo su vida!