Capítulo 4

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Entre Promesas y Despedidas

—Emma Miller.

Los días se deslizaban en una danza de incertidumbre y nostalgia. Cada encuentro con Tara se volvía un recordatorio constante de la encrucijada en la que me encontraba. Mis pensamientos, atrapados entre el pasado y el presente, se sumergían en una tormenta emocional que amenazaba con desbordarse.

Una tarde, Tara y yo decidimos explorar los alrededores de Manchester, caminando por senderos bordeados de árboles que susurraban secretos. Aunque el paisaje era hermoso, el peso de nuestras conversaciones pendientes se interponía en el aire.

—Emma, sé que esto es difícil para ti. No quiero presionarte, pero necesitamos resolver esto de alguna manera —dijo Tara, su voz suave resonando en el silencio del bosque.

Mis ojos buscaban respuestas en los suyos, pero las palabras se atascaban en mi garganta. ¿Cómo podía tomar decisiones que afectarían no solo mi presente, sino también el futuro que estaba construyendo?

—No quiero perder lo que tenemos ahora, Tara. Pero también sé que no puedo ignorar lo que fuimos —confesé, mis emociones al borde de la superficie.

Tara asintió, comprendiendo la complejidad de nuestras circunstancias. Caminamos en silencio, nuestras huellas mezclándose con la tierra bajo nuestros pies.

La noche nos encontró de regreso en la universidad, pero en lugar de dirigirnos a nuestros respectivos alojamientos, nos quedamos en un rincón apartado del campus. La oscuridad era testigo de nuestras confesiones más profundas.

—Emma, no sé qué depara el futuro, pero quiero intentarlo. Quiero descubrir si aún hay algo entre nosotras—declaró Tara, sus ojos revelando una vulnerabilidad que no había mostrado antes.

Mis pensamientos dieron vueltas, pesando las promesas del pasado contra las responsabilidades del presente. La lealtad hacia mi novio y la necesidad de preservar la estabilidad se enfrentaban al llamado de un pasado que se resistía a desvanecerse.

—No puedo prometerte nada, Tara. Mi vida ahora es complicada, y tomar decisiones impulsivas solo llevaría a más dolor —respondí, buscando ser honesta sin cerrar la puerta por completo.

La despedida fue inevitable, pero no definitiva. Tara y yo nos separamos en la oscuridad de la noche, nuestras miradas y nuestras almas entrelazadas en una conexión que resistía el paso del tiempo.

Esa noche, en mi habitación, miré por la ventana mientras la Luna iluminaba el camino hacia un futuro incierto. Las palabras no dichas, las promesas no formuladas, resonaban en el silencio. La universidad, antes un escenario de posibilidades, se volvía un laberinto emocional donde las decisiones se convertían en la clave para desentrañar el nudo de mi corazón.

Entre Distancias y DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora