Capítulo 7

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Encuentro Inesperado

—Emma Miller.

Los días pasaban en un tenso equilibrio, cada interacción con Tara cargada de la historia no dicha entre nosotras. La universidad, que una vez fue un lienzo en blanco, ahora estaba salpicada de emociones contradictorias.

Una tarde, mientras caminaba por el campus, me encontré con mi novio en un rincón tranquilo. Sus ojos se iluminaron al verme, pero mi mente estaba ocupada con los recuerdos de la noche en el café con Tara y Rachel.

—Hola, cariño. ¿Cómo ha sido tu día? —preguntó mi novio, ajeno al torbellino emocional que me envolvía.

Antes de que pudiera responder, noté la presencia de Tara a lo lejos. Sus ojos se encontraron con los míos, y un escalofrío recorrió mi espalda. Aunque sabía que no éramos nada más que conocidas, la incomodidad se apoderó de mí.

—Hola, Emma. ¿Cómo estás? —Tara saludó, su voz llevando consigo una mezcla de cortesía y algo más que no pude identificar.

Saludé a Tara y continué mi camino con mi novio, pero sentí sus ojos sobre nosotros. La tensión en el aire era palpable, y la confusión se reflejaba tanto en sus ojos como en los míos.

Más tarde, en el balcón, Tara y yo nos enfrentamos a la realidad incómoda. La confusión y los celos, antes dirigidos uno hacia el otro, ahora se volvían espejos reflejando nuestras propias inseguridades.

—Vi a tu novio hoy, Emma. ¿Cómo pueden estar juntos tan fácilmente? —preguntó Tara, su voz temblorosa revelando una vulnerabilidad que rara vez mostraba.

La ironía de la situación no se perdió en mí. Dos personas que, en el papel, no significaban nada una para la otra, pero cuyas emociones se enredaban en una danza compleja de incomprensión.

—Tara, nosotras no somos nada. No somos amigas ni enemigas. La vida sigue, y cada uno toma su propio camino —expliqué, aunque las palabras resonaron en mi interior como una verdad incómoda.

Tara asintió, aceptando la realidad de nuestra situación. La noche se deslizó entre confesiones y un entendimiento silencioso de que, aunque compartíamos un pasado, el presente nos había llevado por caminos diferentes.

La universidad, antes un escenario de posibilidades, se volvía un terreno más claro donde la confusión cedía espacio a la aceptación. Las estrellas, testigos de nuestros encuentros y desencuentros, iluminaban la verdad incómoda pero liberadora: que, a pesar de los lazos pasados, no éramos nada más que dos almas que compartieron un momento en el tiempo.

Entre Distancias y DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora