My first love | Aidan Gallagher『+16』

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Corría entre los pasillos de la escuela en busca del salón cincuenta y uno, pues estaba llegando demasiado tarde, tanto, que había perdido una hora de clase.

- ¿Puedo pasar? - Le pregunté al profesor de literatura, quien dirigió su mirada a mí y frunció levemente las cejas.

- Has llegado una hora tarde. - Contestó.

- Lo sient... -

- Disculpe la hora, ¿Puedo pasar? - Una voz masculina me interrumpió a mis espaldas. Giré el rostro y pude ver que se trataba de Aidan, el cual traía el cabello desordenado, un camisa a rayas que le faltan dos botones por abrocharse y unos pantalones rectos de mezclilla. - Hola. - Me miró y saludó con una sonrisa en el rostro.

Mis mejillas ardieron al instante y en voz baja contesté.

- Hola... -

- No estamos para saluditos. - Habló el profesor con seriedad en la voz. Regresé la vista hacia él y algunas risas se empezaron a escuchar por todo el salón, haciéndome tragar saliva. - Por llegar tarde, harán una exposición sobre el renacimiento, juntos. - Recalcó esta última palabra en voz alta.

Nos miramos enseguida y pude ver como una pequeña sonrisa casi inexistente aparecía en su rostro. Yo solo me dediqué a asentir, para después caminar a mi respectivo asiento.

El profesor siguió con su clase y yo empecé a sacar la libreta y algunos bolígrafos que utilizaría.

- Entonces, nos vemos en la salida. - Murmuró Aidan a mi costado.

Ladee ligeramente la cabeza y fruncí las cejas al ver que se estaba sentando a un lado mío.

- Claro, ¿Podría ser en tu casa? - Le pregunté apenada, pues no quería que él fuera a la mía, ya que mi madre lo atacaría con preguntas sobre su vida personal, solo para asegurarse de que no era mala influencia.

- Sí, está bien. - Contestó con tranquilidad, haciendo que algunos nos miraran con sorpresa mientras otros reían en burla.

No entendí porqué estos últimos reían, no hasta que mis ojos se cruzaron con los de Leah, quien me miraba desde su asiento lo suficientemente molesta como para pensar que en cualquier momento se aventaría contra mí.

Desvíe la mirada y jugué con las pulseras de mis manos. Era una costumbre hacer aquella acción, cada que me sentía incómoda o estresada.

- Romperas esas pulseras. - Musitó la voz de Aidan, para detener mis manos con las suyas.

La suavidad con la que me tocó me hizo alzar la mirada y encontrarme con esos ojos verdes que adoraba ver de vez en cuando.

Su mirada bajó a mis labios y yo solo pude sentir mi corazón latir con fuerza. Lamí mi labio inferior sin saber qué hacer. Esas cosas solo pasaban en los libros de romance que solía leer por las tardes después de comer...

Pero entonces, recordé que él tenía novia.

- Te veo en la puerta, ¿Está bien? - Susurré bajando la mirada a su mano que aún tocaba la mía.

Se separó un poco de mí, y en un murmuró dijo que sí.