My first love | Aidan Gallagher『+16』

7

✧༺𖧷༻✧

Caminaba entre los pasillos de la escuela con calma. Era miércoles por la mañana y había llegado muy temprano a clases.

Seguí con mi camino tranquilamente, pero los murmuros de las personas que pasaban a mi alrededor mientras veían el celular me hicieron fruncir las cejas. Llegué hasta mi casillero y lo abrí para sacar las libretas y plumas que utilizaría en la primera clase.

- ¿Ya te enteraste que Aidan y Leah terminaron? - Escuché a alguien hablar a mis espaldas. Dejé de lado lo que hacía, y presté atención a la plática.

- Si, todos hablan de eso. - Contestó la otra persona.

- Dicen que él le fue infiel. -

- ¿Qué? No creo. -

- Pues no sé, pero con su separación será más fácil acercarme a él. - Habló con emoción.

- ¡____! - Exclamó una voz varonil a mi costado.

Di media vuelta y me encontré con el rostro de Aidan, quien me miraba con una gran sonrisa en el rostro mientras avanzaba hacia mí.

- Hola. - Lo saludé tímidamente, pues las chicas que había escuchado hablar de él, nos miraban con cierta sorpresa.

- Vas al salón, ¿no? -

- Sí, solo vine por mis libretas. -

- Entonces vamos. - Se acercó a mí y estiró un poco la mano, pero no entendí lo que quería, no hasta que volvió a hablar. - Dame tu mochila, yo la cargo. -

- Oh, no te preocupes. Yo la llevo. -

- Anda, damela. - Insistió, sin apartar su mirada de la mía.

- Está bien... - Acepté con un pequeña sonrisa y se la di.

Se la acomodó sobre uno de sus hombros y al terminar se acercó nuevamente a mí. Rodeó con su brazo derecho mis hombros y empezamos a caminar hacia el salón de clases.

- ¿Qué planeas hacer el fin de semana? - Me preguntó con interés.

- Yo... Ah, n-no lo sé. - Contesté con torpeza y tragué saliva nerviosa, pues las miradas de todos estaban puestas sobre mí.

Dimos unos cuantos pasos más, y nos encontramos con el rostro de Leah, la cual me miró con repulsión de arriba hacia abajo. Desvíe la mirada de ella y traté de separarme de Aidan, pero este no me dejó.

- No le hagas caso. - Susurró sobre mi oído y nos guió hasta el salón de clases, en donde empezamos a platicar mientras esperábamos a la profesora de Artes.