✩𝐆𝐄𝐓𝐀𝐖𝐀𝐘 𝐂𝐀𝐑✩ ┊ ❛No, nothin' good starts in a getaway car❜
⸻ EN DONDE Asher decide acompañar a su hermano Lewis en el resto de la temporada, buscando sanar su corazón roto.
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EN DONDE los pilotos de Redbull y Ferrari conocen al hermano men...
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Pláticas, caídas y besos.
La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las cortinas, bañando la habitación en tonos dorados y cálidos. Asher yacía en la cama con los ojos aún cerrados, mientras su mente comenzaba a despertar. El aire frío de la montaña se colaba por la ventana entreabierta, llevando consigo el aroma de los pinos y la nieve fresca.
Con un bostezo, Asher se levantó y se estiró, sus músculos agradeciendo el movimiento después de una noche de descanso. Se vistió rápidamente, eligiendo un suéter grueso y cómodo, unos jeans que complementaban a la perfección. Mientras se dirigía al comedor del hotel, pensaba en las actividades del día. ¿Debería comenzar con un poco de esquí, o tal vez una caminata por los senderos nevados? La decisión aún pendía en el aire cuando entró al comedor y encontró a Carlos sentado en una mesa junto a la ventana, con vistas a las montañas nevadas. Carlos saludó con una sonrisa genuina y un gesto hacia la silla frente a él.
Al observar mejor el lugar se percató de que la mayoría de los pilotos seguían descansando con sus parejas, a excepción de Nico, Alonso y Piastri, quienes estaban en una mesa un poco más alejada charlando, los saludo a la distancia para luego caminar y sentarse frente a Carlos.
—¡Buenos días, Ash! Me alegra que hayas venido— saludó Carlos con una sonrisa cálida. —Espero que hayas dormido bien— dio un sorbo a su taza
—Como un bebé— respondió sin borrar la sonrisa de su rostro —¿Y tú?
—Muy bien, la verdad es que extrañaba estos días de descanso— dijo Carlos, pasando una taza de café a Asher —Espero que este café te ayude a despertar
Asher aceptó la taza, dejando que el aroma del café llenara sus sentidos —Gracias, lo necesitaba— respondió, tomando un sorbo cauteloso.
Carlos asintió, su sonrisa se ensanchó mientras disfrutaban de su desayuno. El español comenzó a compartir recuerdos de su infancia, sin siquiera darse cuenta, charlar con Asher lo hacía sentir cómodo y relajado.
Asher al percatarse de la sonrisa sincera y del brillo en los ojos del español, no dudó en preguntarle más sobre su hogar. Contó historias de su primer kart, un regalo de su abuelo, y de cómo sus manos apenas alcanzaban el volante.
—Hubieras visto a mi madre, ¡no paraba de llorar!— ambos rieron —Aún no se si eran lagrimas de alegría o de preocupación
Asher escuchaba fascinado, cada palabra le ayudaba a tener una imagen vívida de un joven Carlos, con los ojos llenos de sueños y determinación.